CAPÍTULO 1

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2009, 7 de Marzo

New York

Nicolette

El sonido de los pájaros en el ambiente sonaba de fondo, el viento golpeaba mi cabello pero sin mucha fuerza, haciendo que mis rizos morenos se movieran lentamente, mientras estaba admirando un árbol con unas flores preciosas de color blanco «Magnolia grandiflora».

Escuché pasos, alguien se acercaba.

—Hola —me saludó con una sonrisa tímida—.

Era Kilian y desde hace un par de meses me había enterado de que estaba enamorado de mí.

—Te entrego la flor que tanto admiras, como yo te admiro a tí.

Le dediqué una sonrisa disimulando lo ridículo que me parecía la escena. Me acerqué a él y le besé la mejilla, haciendo que quedara petrificado volviendo su rostro rojizo.

Siendo honesta no siento nada por él, pero me gusta que me adulen y me consientan con regalos.

Toda esa tranquilidad se alborota cuando escucho a Aleixa gritar mi nombre a lo lejos.

—¡Nicolette! —la ignoro, quería estar tranquila—. ¡Nicolette!

No paraba de insistir, así que me levanté enojada.

—¿Qué?

Me giré para verla.

Se veía que había venido corriendo, estaba agitada.

—Dylan está otra vez peleándose.

Me fui con ella para ver en que estaba metida mi querida hermana, otra vez, ya ni prisa tengo para separarla de sus peleas, está es la séptima en la semana.

A cuanto más me acercaba más escuchaba el griterío del patio y desde la lejanía podía observar a Dylan golpeando a Lilah Edwards, era la típica niña insoportable. No me extraña nada que le estuviese pegando.

Lilah estaba en el suelo y Dylan encima de ella, sus puñetazos impactaban sobre su cuerpo de una forma agresiva y bestial. Lilah buscaba defenderse poniendo las manos delante mientras le arañaba los brazos y la cara, para subir a su cabello, lo que hizo que Dylan acabase rompiéndole la nariz.

Nunca antes había visto pegar así a Dylan, ella y yo íbamos entrenamientos donde nos formaban para resistir y saber atacar, por lo que obviamente Dylan iba a ganar, pero la forma en la cuál golpeaba hacía que los otros niños se asustaran al verla soltando toda su ira y rabia acumulada.

Un chico se acercó a separarlas y está entre insultos se zafó de su agarre, empujándolo hacia atrás.

El que llevemos entrenando desde pequeñas nos hacía bastante atléticas para la poca edad que tenemos, sobretodo Dylan que a sus once años ya está formando musculatura.

—¡Dylan, basta! —le grito, una vez que estoy cerca de ella—.

Ella para de golpear y se acerca poniéndose a mi lado, tiene la cara roja por los arañazos de Lilah.

—¿Qué te ha pasado?

Miro detenidamente los arañazos.

Ayudan a Lilah a levantarse y nos observa con furia mientras se acomoda la ropa.

—Esa bestia que tienes como hermana empezó a golpearme sin ningún motivo.

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2023 ⏰

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