[✾] U n i c o

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Osamu no hacía más que ver a su hermana melliza con cara de hastío, es que de por si ya fue un martirio escucharla quejarse casi toda su vida juntos, y que ahora venga a su restaurante para hacer exactamente lo mismo, más sus lágrimas de zorro dep...

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Osamu no hacía más que ver a su hermana melliza con cara de hastío, es que de por si ya fue un martirio escucharla quejarse casi toda su vida juntos, y que ahora venga a su restaurante para hacer exactamente lo mismo, más sus lágrimas de zorro depresivo, solo hacía incrementar su ganas de preguntar si se podía abortar a una chica de veintidós años.

Pero claramente no lo iba a hacer, por algo era el hermano de las neuronas.

— ¿Ya terminaste? —le preguntó mientras sacaba el plato que estába en posesión de la alfa de cabellos teñidos.

— ¿De que? ¿De comer o de lamentarme porque la Omega de mis sueños traía el aroma dé aquel asqueroso alfa Argentino? —contestó con más preguntas de las que le hubieran gustado al peligris.

— Ambas, estas insoportable Tsumu, ¿es que acaso eso no fué hace dos semanas? —puso los platos utilizados en su bandeja de mano, las que usualmente usan los meseros.

Es que era cierto el caso de qué la Omega de cabellos naranjas había regresado a Japón hace tan sólo dos semanas, o puede que un poco más, pero era la fecha aproximada por presentarse en el equipo femenino profesional donde se encontraba su melliza sin sesos.

— ¿¡Porque no puedes entender mi dolor Samu!? Eres un desalmado, con razón Suna te dejó —mencionó entre tonos de molestia.

Para todos quienes conocían a Atsumu, sabían que podía llegar a ser una exagerada e inclusive infantil para su edad, por lo que esas escenas eran muy comunes, así como también de las peleas de los hermanos Miya cuando el peligris perdía los estribos.

— Si tengo sentimientos, que no me importen tus niñerias baratas es diferente... Y para tu información, Suna se fue de viaje para jugar el campeonato de Italia, idiota —en lo que dejaba a su hermana con la palabra en la boca, el siendo dueño del restaurante, estaba haciendo el trabajo de sus meseros solamente cuando venía la de cabellos rubios.

Ya que las feromonas esparcidas por la otra, sin que se diese cuenta como siempre, terminaban poniendo nerviosos hasta algo intimidados a sus trabajadores, los cuales la mayoría eran Omegas y Betas. La razón del porqué era así, es porqué quería darles oportunidad de trabajo especialmente a cualquier clase que lo necesitará, puesto que en la mayoría de lugares, los Omegas solían ser rechazados.

Con las circunstancias controladas, hasta hoy en día su restaurante a sido de los mejores, en forma tanto de buena comida, como el servicio.

— Bién, ya que veo que aún sigues en tu supuesto estado de "friendzone", solo quiero recordarte que controles tu aroma cuando vengas, es horrible —el aroma a frutos tropicales de la alfa se sentía por todo el local.

Afortunadamente para Osamu, aún no había nadie por esas horas, era algo temprano, al rededor de las siete de la mañana.

— Callate, mamá siempre me dijo que era tranquilizante —de un momento a otro su sonrisa de grandeza apareció de la nada — cuando éramos pequeños y tu le tenías miedo a las tormentas, yo te cuidaba juntos a mis feromonas y te dormias como un bebé, desgraciado.

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𝑬𝒍 𝑨𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝑺𝒐𝒍 • 𝐀𝐭𝐬𝐮𝐡𝐢𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora