La complicidad es tanta
Que nuestras vibraciones se complementan
Lo que tienes me hace falta
Y lo que tengo te hace ser más completa
La afinidad es tanta miro a tus ojos
Y ya se lo que piensas
Te quiero por que eres tantas
Cositas bellas que me hacen sentir muy bienCultura profética.
Tigre, Argentina.
Enero 2000
– ¡Kovu vení! – El border colie de tres colores corrió como si no hubiera un mañana – ¡Kovu! – Lupe, corrió pasando a la casa de sus vecinos ya que no había una cerca que separara sus jardines. Vio a su mascota al borde de la pileta – ¡Ni se te ocurra! – le gritó al can, quien hizo caso omiso a sus palabras y se zambulló en el agua. Se tomó la cabeza con las manos mostrando frustración. Era demasiado estrés para una nena de seis años. Se dio vuelta esperando que sus vecinos no estuvieran expectantes al show, quiso morir cuando vio a los dos pequeños asomados en su ventana.
– ¡Tu perro es un desubicado! – bromeo el mayor. El más chico salto se trepo a la ventana pasa salir de la casa. Se le puso al lado.
– ¡Es un perro marino, Manu! – señalo al animal, que estaba ya saliendo del agua. Se acercó a ellos y empezó a sacudirse lo que hizo que la niña diera pasos hacia atrás cayendo, junto a su vecino, al agua.
– Mi mamá me va a matar – lloriqueo Lupe, mientras Manuel la socorría a ella y a su hermano.
–Pero no pasa nada, echale la culpa a tu perro – dijo el pequeño mientras jugaba con Kovu.
A lo lejos venia el hermano de la pequeña, eran nuevos en el vecindario. Julian, el mayor de los Kohan, ya había hecho nuevos amigos y al parecer conocía a los vecinos.
– ¡Eh Manu! – hizo una especie de saludo que consistía en un choque de palmas y luego le seguía un choque de puños. – Enzo – dijo mientras alborotaba el pelo del menor quien lo miraba con cara de pocos amigos. – ¿Qué hiciste Lupe? Mamá te va a matar.
– Kovu se tiró a la pileta y después se sacudió y como no quería que me ensuciara me moví, pero me lo choque a él – señalo al morocho – y nos caímos a la pile.
A lo lejos, se veía a dos mujeres salir de la casa de los hermanos, una era la mamá de los Kohan.
– ¡Leah ¿qué hiciste?! – retó a la pequeña cuando la vio empapada con su ropa nueva.
– Fue Kovu – dijo apenada.
–Es verdad – dijo Enzo – Ella no se quería ensuciar. – Lupe le sonrió agradeciendo que la estuviera defendiendo y de inmediato se percató que tenía un nuevo cómplice con quien compartir travesuras.
– Desde ya te digo que no vas a ir a capital – sentencio la madre de la pequeña – ¡Mirate como estas!
– ¡Pero mamá! – renegó Lupe. – Me voy a aburrir como un hongo.
– Basta Lupe – le dijo su madre con un tono poco amigable – Te dije que si te ensuciabas no ibas a ir a la casa de Luz.
– Por favor mamá – suplico la castaña – me súper aburro acá, porque Juli se va por ahí y yo me quedo sola.
– Si queres podes venir a jugar acá – le dijo Enzo.
– Si, obvio que puede venir – le dijo la mamá de los chicos a Clara, la madre de los Kohan.
– Bueno – miró a la pequeña que presentaba una característica luminosidad de alegría en sus ojos – Pero primero te vas a duchar y cambiar Leah.
– ¡Siiiii! – festejaron los pequeños al unísono y se dieron un choque de palmas.
Lupe, caminó junto a su madre para bañarse y poder volver a salir con su nuevo amigo. Se encontraba muy contenta, ya que ellos eran nuevos en la ciudad. Hacía dos años habían arribado al país después de volver de Australia. La pareja Kohan se había ido antes del nacimiento de su hija mujer y prometieron volver cuando le tocara llegar a la primaria. Durante el año vivían en Chacarita, un barrio de Bs As, en sus vacaciones habían decidido alquilar una casa en Tigre, un partido bonaerense. A la niña le costó adaptarse a todo y en el verano presentaba un gran frustración al ver que su hermano mayor, Julián, tenía gran facilidad para conseguir amigos, pero ahora ella tenía uno y planeaba pasar todo el verano junto a él. Lo que no supo es que en realidad no solo iba a ser el verano, sino iban a compartir una vida entera.
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Complicidad; enzo vogrincic
FanfictionUn verano los encontró, una vida los acunó y un amor los unió.