Para quien sea que esté leyendo esto:
Decidí despedirme de la forma más sincera posible, contando mi estado actual y mis motivos por los que ahora mismo necesites ir a terapia por encontrarte a una chica colgando de su techo.
Comenzaré por la separación que tuve recientemente con Tommy cuando lo encontré en la cama de "mi mejor amiga", la zorra de Gabriela. La verdad, ya estábamos mal desde un tiempo, pero no me imaginé que ella sería la razón.
Me ausenté en clases al día siguiente, encerrándome en mi habitación para poder desahogarme un poco y poder pensar qué debería hacer próximamente. Decidí tomarme un profundo break: me la pasé leyendo y viendo series en Netflix comiendo pura comida chatarra. Ni siquiera me tomé la molestia de bañarme porque no salí de mi cama en todo el día, y llamame cerda si quierws, pero estaba de bajón.
Me costó dormir más tarde, a pesar de tomar mi medicina de sueño en cantidades abismales. Estaba muy alterada, daba vueltas ensimismada en caer rendida, hasta que al fin me aburrí y decidí abrir mi ventana para que el fresco aire de la noche llegara a mis poros.
En el momento que coloqué mis manos en el cristal para empujarlo, sentí el retumbar del techo, sonido que erizó hasta el último pelo que estaba en mi piel. No podía ser en la segunda planta, pues no tenía, por lo que sólo quedaba una respuesta...Alguien estaba en mi techo...
No tenía duda de que fuese una persona, porque los pasos eran seguidos uno tras otro y el peso de los mismos daba a entender que no era un gato.
Intenté ignorarlos, pero los pasos persistían, y de un momento a otro se detuvieron, dejándome en un silencio ensordecedor.— Genial, ahora también estoy demente.
Abrí la ventana para asomarme al tejado y lo vi por primera vez: era un joven de apariencia de 23 años, aunque su apariencia engañaba en todo sentido. Con tez blanca, cabello marrón por encima de su nuca y rubio sobre el mismo, unos lentes negros de borde grueso yacabado fino y con dos ojos jade observándome desde el borde del techo cual murciélago, sonriéndome cuando me vio.
Con el corazón en la garganta me encerré en la habitación, colocando el pestillo en la ventana y me escondí entre las sábanas, dejando un ojo fuera de esta para ver su comportamiento.Impresionada y atemorizada al mismo tiempo, el joven de un salto cayó del otro lado de la ventana, sin dejar de ver al interior, buscándome sin parar con la vista.
— No sirve de nada que te escondas. Sé que estás ahí. ¿O acaso eres tímida?
Observé que cuando se resignó; hizo una mueca de cansancio y decepción, dándose la vuelta no sin antes dejar un pequeño trozo de papel calzado en el borde de la ventana, alejándose con rapidez.
Al cabo de unos minutos -me quería asegurar que realmete se hubiese ido- me levanté para recoger ese pequeño fragmento de papel. Antes de leer lo que había escrito, observé minuciosamente la hojita. Era una hoja blanca cualquiera, sólo que algo más grisácea y contaba con líneas de trazo azules. Ese tipo de hojas se encontraban en las agendas de trabajo de los hombres de negocio, deteniéndome a pensar por qué un muchacho de esa edad tendría algo como eso. Sin darle muchas vueltas al asunto abrí el papel, fijándome en las palabras que traía en su interior:Mi nombre es Ronald.
Cuál es el tuyo, linda??Esa pregunta me desagradó. ?Por qué un completo extraño me preguntaba mi nombre tan confiado? ¿Dónde diablos pensaba que estaba metida? ¿En una especie de novela romántica o qué?
Decidí ignorar ese acontecimiento como el de un maniático que me intentaba acosar, por lo que dejé el papel sobre mi mesa de noche y me fui a dormir.
Tuve un sueño inestable, como esperé, pero no por una pesadilla de mi ex, sino por el mismo chico de esa noche que estaba persiguiéndome, pero no para lastimarme. Pude percatarme de eso porque él solo sonreía de la misma forma que en la que lo había hecho desde el techo mientras volteaba a ver si lo había dejado atrás.
Al despertarme, revisé la ventana de punta a punta por si había dejado algo más o si la había forzado mientras dormía, pero fue en vano, seguía tal cual con el seguro puesto. Pensé que era por ver tanta televisión y me estaba volviendo loca, así que dejé el papel en el cajón de la mesita me di una ducha fría para enfriar mi cabeza.
Era viernes de preparación, ¿y adivinen qué?
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Carta Fúnebre
RomanceNatalia, una muchacha de 20 años narra en una carta las razones por las que decidió quitarse la vida. •--✧--•COMPLETADA•--✧--• [EN EDICIÓN] Tras varios acontecimientos que tuvieron lugar en los últimos meses, nuestra p...