Capítulo 3

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- Toma, cariño. - Me dijo la Sra Stella pasando su brazo por mis hombos abrazándome.

- Gracias, Ma. -Respondí sonriendo. "Ma" era su apodo para mí, ya que como dije es la única persona de la que he recibido cierto amor materno.

Stella: -No es nada fácil para mi decirlo Bryan, La funeraria llamó anoche. Dijeron que era hora del destierro de Marie. Cremarán su cuerpo y me darán las cenizas, pensé en arrojarlas al mar, ya sabes, ella amaba el agua. No puedo hacer esto sola, y sé que a mi hija le encantaría que me acompañaras a arrojar sus restos, En un buen sentido por supuesto.- Contó con lagrimas en sus ojos.

Me pongo en el lugar de la Sra Stella y me puedo imaginar lo horrible que se debe sentir saber que tienes que hacer algo con las cenizas del cuerpo de tu hija. No la juzgo por ponerse sentimental, es un tema realmente delicado y dificil de tratar. Aveces no tengo ni la menor idea de como ayudarla, suele decirme cosas que pone mis pelos de punta y me deja sin palabras y lo peor es que ella se da cuenta de eso y solo me mira con pena.

Mis reflejos fueron claros, simplemente la abrazé y lloré en su hombro. -La extraño mucho Ma, la gente en la escuela sigue riéndose mio y burlándose y ya no se que hacer para detener eso, cada día me hago más cortadas en mis brazos, necesito a Marie de nuevo para que me defienda, me consuele, me ayude, la necesito...- Dije sollozando en su hombro.

Ella se separó tomándome por mis hombros y me miró horrorizada con lágrima bajando por sus mejillas. Ella sabía de la tormenta por la cual pasaba diariamente, gracias a  Marie, pero yo nunca hablé de eso con Stella. Ella pensaba que ya había parado, pero no era así.

Stella: -Mi amor......- Fué todo lo que pudo decir, me abrazó fuertemente, lo necesitaba. Gemí de dolor por la golpiza de mi padre en la mañana y Ma lo notó.

Stella: -Bry, ¿estas bien cariño? ¿te duele algo?

- Papá me golpeó esta mañana muy duro. -Dije aún abrazándola.

Stella me miró con pena y enojo a la vez y tomó mi mano llevándo a su habitación. Me sentó en la cama y me pidió que me acostara sin camisa. Tenía mi torso desnudo, claramente se podían observar varios moretones y rasguños, y aún estaba esa cicatriz. Stella fué al baño y regresó a la habitación con un botiquin algo exagerado. Primero remojó un algodón en alcohol y limpió mis heridas a lo que respondí con un grito ahogado. Luego aplicó unas cremas y por último me vendó.

Este tipo de cosas solo pasaban cuando estaba con Stella, de resto si algo me pasaba era "Irme a mi habitación y resistir hasta que el dolor se fuera".

Me senté y miré a Stella, ella se sentó junto a mí.

-¿Cuando será el destierro?- Pregunté

Stella: Hoy en 4 horas, a las 5:00.- Dijo sobándo mi mejilla.

Suspiré, desde que llegué a esta casa todo en lo que he pensado me ha entristecido, todo está pasando tán rápido, he sido lo suficientemente fuerte en mi vida pero la fuerza se agota, y no tengo como recargarme.

Ya era tarde y tenía que volver a casa, la verdad no lo era, pero sabía que si no mi iba en ese momento no tendría tiempo para arreglarme, ya que, conociéndome, lloraría por dos o horas o algo parecido.

Me resigné a caminar camino a casa, no dejaría que la gente me viera caminar mientras mis ojos daban a conocer un río de lágrimas, así que antes de salir de la casa de la madre de mi mejor amiga, detuve las lágrimas de alguna manera y salí. Era frío, el clima afuera era frío.

El viento azotó mi despeinado rubio cabello mientras alzaba la vista. La gente se veía realmente preciosa; las personas pasaban felizmente, con sus parejas, hijos, incluso solos, pero aunque no tuvieran compañía, se veían felices. Emprendí mi camino, manteniendo mi cabeza en alto. Varias personas me sonreían al pasar a mi lado, algunas eran un poco más gentiles y decían cosas como "Buenas tardes" o "Dios te bendiga", por primera vez le sonreí a un extraño en la calle.

De alguna manera su amabilidad me tranquilizó y me dejó caminar en paz, sin rastro de odio o tristeza. Unos minutos después llegué a casa. Introduje mi llave en la cerradura, pero me detuve antes de girarla. Escuché unas cuantas risas adentro, eran mis padres y otra persona, una chica.

Giré la llave lentamente, y con curiosidad abrí la puerta.

Sarah.

Encontré a Sarah riendo con mis padres.

-Hola cariñó- Dijo mi madre con su típica sonrisa cínica.

La miré desconcertado, luego a mi padre, y por último a la chica, quién me sonreía desde el sofá. –Explíquenme que pasa.- Gruñí con desprecio.

-Sarah, tu compañera de estudios pidió tus requisitos escolares y vio nuestra dirección, así que decidió venir a visitar y a conocernos, qué encantadora.- Dijo mi padre, quién se encontraba junto a Sarah.

-No eres bienvenida.- Escupí mientras caminaba hacia mi habitación. La casa de Sarah era como la de la típica chica gritando en una película de terror. Se veía asustada y apenada, no me importaba.

Mis padres se quedaron inmóviles a la escena que acababa de montar, aunque no tenía ni la menor idea de porqué, es decir, Si ya me conocen, ¿Para qué impresionarse con mis actos?

Sentí varias pisadas acercarse a la puerta de mi habitación, luego un débil 'knock' en la puerta me hizo darme la vuelta.

-¿Quién?- Pregunté mientras quitaba mi hoodie.

-Sarah...- Una voz semi-aguda respondió. Dejé caer mi hoodie en mi cama y gruñí al abrir la puerta.

-Lo siento, tus padres me dijeron que viniera a despedirme, ya que decidí que era hora de irme.- Agregó la pelinegra mirando mi escritorio fijamente de una manera realmente abrumadora.

-Bien, pues, Ya vete.- Respondí cerrando la puerta en su cara, pero un grito no tan fuerte me interrumpió.

Sarah corrió hacia mi escritorio, cayó sobre sus rodillas y sostuvo la foto de Marie que tenía en él. Estaba a punto de echarla a patadas pero, por alguna extraña razón me dio ternura verla mirando a Marie.

-La perdí hace mucho tiempo, no sabía que la conocías.- Dijo con un triste tono de voz, volteándose a mirarme. Cerré la puerta despacio y me acerqué a ella, me arrodillé junto a ella y contemplé la fotografía.

-Marie fue mi mejor amiga, creo que lo sigue siendo. Ya sabes, "Aunque te den miles de maneras para decir que perdiste a alguien...- recité una típica frase de Marie, pero fui interrumpido.

-Siempre tendrás una para decir que sigue contigo."- Dijo Sarah mirándome. Dejo salir una pequeña risita, y me sonrió dulcemente. –La conocía tan bien como tú.- comentó sonrojándose levemente.

No mostré tristeza ni alegría, solo un rostro neutro. Ya tenía algo en común con esta chica, lo cual me hizo pensar que ella no podía ser una carga tan pesada para mis hombros.

-Lo decía mucho, era como su lema.- Dije dejando salir un pequeño suspiro.

-Lo era.- sonrió de nuevo la inocente Sarah. –Estaba buscando a alguien para ir al destierro de mi prima Marie, creo que eres justo a quien buscaba-. Dijo admirando mis ojos, como si fueran las piedras más preciosas.

-¿Estás invitándome a salir?- levanté una ceja y mostré una muy pequeña curva en mis labios.

Sarah rió suavemente de nuevo y se encogió de hombros. –Tómatelo como quieras.- sonrió, una muy linda sonrisa.

Dejé salir una pequeña risa y la miré esperando que haya captado mi respuesta, creo que lo hizo.


-MF


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⏰ Última actualización: Nov 21, 2015 ⏰

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