Capítulo 7

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Éxtasis

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Éxtasis

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Era un juego, un juego de lenguas, de control, de dominio. Jughead juega con la lengua de Veronica, haciendo que la chica valla a su ritmo hasta que se separa de ella ligeramente. Sus miradas se conectan, sus respiraciones están agitadas.

—No seré bueno contigo Veronica —Dice Jughead en un susurro

—No quiero que lo seas — niega la pelinegra tomando el control del asusto

Se sienta encima de él y suelta un pequeño Jadeo al sentir la dureza del chico. Jughead pasa la mano por su mejilla acomodando el cabello de Veronica, que se muerde el labio inferior

— Voy a marcar esa suave y linda piel tuya —Las manos de Jughead y Viajan a los pechos de Veronica —Te hare qué recuerdes que a partir de ahora eres mía y no de Archie

—¿Quién es Archie?

Jughead sonríe con malicia — No es nadie en esta historia

Toma a Veronica del rostro y la besa con tal brusquedad y exquisitez que hace que Veronica se apegue mucho más a él, sus manos se aventuran a viajar al abdomen del chico hasta el final de su polera y con la ayuda de Jughead se deshacen de ella, tirándola en algún lugar de la habitación

Veronica examina con la mirada el torso desnudo del chico.

—¿Te gusta lo que ves? —Pregunta con cierta burla

Veronica no responde, se quita su polera quedando solo en sujetador. Toma a Jughead de la mejilla y lo besa con lentitud y sensualidad, jugando con la lengua del chico y explorando partes de su boca que ya estaba grabada en su caset. Todo era tan erótico para la ambos pelinegros y más por el hecho de en cualquier momento lo podrían descubrir.

Si bien es cierto, Archie y Betty se fueron, pero podrían volver. Los podrían encontrar y aunque sería algo divertido ver la cara de aquellos chicos, arruinaría por completo aquel momento.

Solo era cuestión de prioridad.

Y Jughead tenía clara su gran prioridad en aquel momento. Archie y Betty podían ir al infierno, el despecho, la venganza, el placer y aquella sexy pelinegra que no podía dejar de mirar eran lo importante.

Sonríe con cierta malicia empezando a dejar besos en el cuello de la chica haciendo un camino hasta sus pechos. Con un movimiento rápido desabrocha el sujetador, deshaciéndose por completo de él.

Los gemidos de Veronica son como melodiosa música para sus oídos.

¿Es posible volverse adicto al gemido de alguien?

Si no es así, Veronica lo estaba haciendo posible para él.

—Quítate el resto de la ropa — le ordena con voz ronca que para Veronica sonaba jodidamente sexy y sensual.

▪𝐅𝐈𝐑𝐄: 𝐋𝐀 𝐕𝐄𝐍𝐆𝐀𝐍𝐙𝐀 ⇢ JeronicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora