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Oma había despertado después del anuncio de monokuma, ese oso es demasiado molesto, al levantarse sintió un dolor en su cuerpo, a lo cual revisó sus brazos en busca de alguna respuesta, obteniéndola al ver heridas recientes en sus brazos, y como por arte de magia recordó el día anterior, se había caído por las escaleras, por eso ese dolor persistente en su cuerpo, más ese accidente no era causante de sus heridas en sus brazos, esa era otra razón que no se puede decir, no aún.

Al llegar al comedor la primera persona que le saludo no era nadie más que uno de sus amigos en esa cárcel que se hacía llamar escuela.
– ¡Hola, Oma-Kun! – saludó animadamente el chico de cabellera verde.
– Hola, Amami-Kun – respondió con un tono algo apagado, que claramente nadie notó.
– ¿cómo estás mi amorcito? – preguntó Rantaro con demasiada naturalidad que era escalofriante.

Todos los presentes al escuchar la estupidez que había dicho el más alto las mejillas de Kokichi se pintaron de un tono carmín muy bonito a los ojos de cierto chico con gorra sentado considerablemente apartado de los demás.

El desayuno fue rápido y silencioso, por lo que al acabar me estaba dirigiendo devuelta a mi habitación, al de cabellera morada le dolía todo el cuerpo y no estaba en condiciones de hacer algo, iba caminando con su mirada baja y sobándome vagamente mi espalda semi baja, era un dolor mínimamente soportable, al estar frente a las escaleras trató de subirlas durante un rato considerable hasta que escuchó una voz a un costado suyo.

– O-oma-Kun, ¿todo está en orden? ¿No necesitas ayuda? – cuestionó el peli azul con notorio interés y preocupación.
– no te preocupes, Saihara-Chan, puedo hacerlo solo, pero gracias por la preocupación – agradeció tratando de forzar una sonrisa lo suficiente como para convencerle.
– O-oh, de acuerdo, sube tú primero, te espero – respondió esperando a que el contrario subiera las escaleras como decía, esperando paciente para comprobar sus sospechas.
– ¡Mierda! – gritó el más bajo gracias a tratar de subir un solo escalón.
– ¡maldita sea Kokichi! ¡¿Estás bien?! – preguntó Shuichi con notorio miedo a que algo le haya pasado al más bajo.
– N-no, realmente no, me duele mucho mi cuerpo – chilló el peli morado mientras era sostenido por cierto peli azul con una mano en la cintura y otra tomando la mano del contrario.
– lo sabía, te vuelvo a preguntar ¿quieres que te ayude? – preguntó el más alto viéndolo a los ojos esperando una respuesta del contrario.
– si, por favor – respondió Kokichi con vergüenza y las mejillas de color rojizo.
– de acuerdo – musitó tranquilo el alto ante la notoria vergüenza del contrario.
– ¿te ayudo sosteniéndote o cargándote? – preguntó nuevamente.
– ¿podrías... cargarme? – preguntó en respuesta el de cabello morado tapando instantáneamente su cara con ambas manos.
– claro que si, y no te avergüences por ello, no hay porque tener vergüenza – le respondió con el mismo tono calmado para después acercarse más al contrario para cargarlo al estilo princesa de la manera más delicada posible, tratando de no lastimarlo más.
– g-gracias – tartamudeó ligeramente el peli morado agradeciendo.
– no hay de que, kichi – le respondió Shuichi sonriéndole amablemente.

Mientras ambos subían las escaleras, Kokichi no pudo contenerse a pensar muchas cosas referente al más alto.

— Saihara-chan es muy tibio y cómodo, me hace sentir cómodo entre sus brazos, además que emana un olor muy lindo a lavanda, podría oler su cuello, pecho u hombros todo el día si pudiera — se comentó a si mismo mentalmente.

Al llegar a los dormitorios, Shuichi en vez de dejar al más bajo en su habitación la dejó en la propia, así sería más fácil cuidar del más bajo, lo recostó suavemente sobre su cama para después salir rápidamente hacia el dormitorio de Kokichi y tomar algunos cambios de ropa.

( ^ _ ^)つ──☆*:・゚

I Love Your Lies [Saioma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora