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Ririka: Era verano, y mi familia y yo fuimos a un lugar lleno de piscinas de muchos tamaños. Teníamos como siete años en ese entonces, y a Kirari le daba miedo subir a un tobogán. El agua estaba a cincuenta centímetros de profundidad, y yo como buena hermana mayor y responsable, decidí subirme para enseñarle que no tenía nada de peligroso.
[Las chicas escuchando con atención]
Ririka: Y pues, me metí y empecé a deslizarme... ¿A quién creen que tuvieron que sacar porque se ahogaba?
Kirari: Sí... Recuerdo eso, desde ese día tuve un trauma con los toboganes.
Ririka: Me avergüenzo de mis acciones pasadas.
Kirari: Todos lo hacemos.
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