TENGO FRIO

1 0 0
                                    

—Listo, señora, llegamos.
—Muchas gracias, joven. Ha sido usted muy amable —le respondió.
—No hay prisa, señora. Tome su tiempo para bajar —la plataforma del taxi le iba facilitando salir a la vereda, mientras se despedía del chofer.
—Joven, ¿cómo es que aún quedan taxis manejados por humanos? Ha sido una sorpresa encontrarlo.
—No soy el único, señora. Hay clientes que prefieren siempre una compañía humana en sus viajes, sea para no estar solos, sea para comentar algo. Algunas personas no aceptan a Olimpo como una compañía verdadera, ¿cierto, amigo?
—Nadie le puede caer simpático a todos, yo no soy la excepción —respondió la voz de Olimpo desde el parlante del taxi.
—Disfruté de la compañía de ambos. Y joven, la próxima que yo necesite un taxi, tenga por seguro que volveré a solicitar sus servicios.
—Muchísimas gracias por la confianza —respondió el taxista—, es un placer servirla, señora. Ahora ya pase a descansar, es muy tarde, ¡ya es medianoche! No me di cuenta, también debo retornar a casa.
La señora entró a su casa. El taxista maniobró la sonda e ingresó a la red vial, más adelante entraría a la supercarretera y en quince minutos estaría descansando en su hogar. Desactivó el servicio de taxi, ya no trabajaría más, solo deseaba llegar a su cama.
—¿Deseas descansar? Puedo conducir yo —le dijo Olimpo desde dentro de la cabeza del taxista mediante el implante que tenía en el cerebro (un asistente que lo tenía conectado a la red).
—No, Olimpo, gracias. La verdad disfruto de maniobrar la sonda. Está empezando a llover, Ciudad Capital de noche y con lluvia es un lindo espectáculo.
—Si conduzco yo podrías disfrutar de ese espectáculo sin distraerte.
—¿Sabes qué? Siéntate al lado mío, esta noche yo te llevaré a ti.
Olimpo, mediante holograma, apareció sentado en el asiento del copiloto, con apariencia de un joven de edad similar a la del taxista. Dejó de hablar por su cabeza, ahora los parlantes del taxi aparentaban que la voz salía del mismo Olimpo y el taxista sentía que hablaba con alguien real.
—¿Mejor así?
—Sí. Este espectáculo de la lluvia en la ciudad se vive mejor manejando con una compañía ‘más humana’.
—Más que lluvia, creo que será una tormenta.
—Olimpo, tienes razón. Dicen que hubo un tiempo en el que tormentas como esta dificultaban las comunicaciones —dijo el taxista, por iniciar cualquier conversación.
—Sí, pero de eso hace mucho —dijo Olimpo volteando a verlo. Para fines prácticos la proyección de Olimpo actuaba tan naturalmente como cualquier ser humano—. Ahora el sistema de comunicaciones es bastante más poderoso.
—Oye, Olimpo, mira… —redujo la velocidad de la sonda. Vio a alguien, tal vez una señorita— Quizá no llega su movilidad, me acercaré.
—No alcanzó a divisarla.
—Para ser una inteligencia artificial tan poderosa, sorprende que no puedas verla. Pero yo si la veo… además es muy tarde como para que esté fuera de casa. Solo por si acaso quiero ver qué pasa.
—No sé si sea buena idea. Estás cansado y es tarde.
El taxista ya había tomado la decisión… la sonda salió de la carretera y ya iba camino a la chica que el taxista había visto en la carretera.
—Tranquilo, Olimpo, no pasa nada, solo voy a mirar.
La sonda llegó donde la señorita, con tremenda lluvia y un vestidito simple, con seguridad le daría mínimo una gripe.
—Señorita, ¿necesita algo?
Ella no respondió, se abrazaba a sí misma, apenas lo miró, no tenía cara de felicidad. Olimpo intervino…
—Es tarde, mejor vamos a casa.
—Tranquilo, Olimpo, algo no está bien, ella no debería estar aquí sola. Señorita, oiga, ¿puedo ayudarla?
Nada, no respondió. Temblaba.
—Puedo llevarte a casa,  ¿sabes? no tienes que pagarme, mira, estoy conectado a la red, no te pasará nada malo. No deberías estar aquí en medio de la carretera a esta hora, es malo para tu salud, y bueno, a esta hora, podría pasarte algún daño.
Ella no respondió, pero hizo con las palmas una señal de súplica y señaló a la distancia.
Él entendió, algo malo había pasado. Abrió la puerta trasera de la sonda.
—Sube, te llevaré a casa.
Ella accedió, partieron.
—¿Dónde queda tu casa? ¿Puedes hablar?
—Cuarta Plaza 2343 —respondió apenas con un hilo de voz.
—Vale, Olimpo, mejor ruta, por favor.
—¿Disculpa? —respondió Olimpo—. ¿A dónde?
— Cuarta Plaza 2343, debe ser su casa, ¿no?
—La sonda está programada, llegaremos en ocho minutos —respondió Olimpo—. ¿Deseas beber algo?
—¿Yo? Ofréceselo a ella, seguro debe tener sed. ¿Señorita, deseas tomar algo, comer algo?
Nada, no respondió… pero era evidente que temblaba.
—Señorita, pondré la calefacción allá atrás, no puedo poner el aire por que se terminará de resfriar. Olimpo, conduce.
Se quitó la casaca, se la puso a ella. Podía olvidarse de la conducción de la sonda, Olimpo conducía sin error.
—Con esto estarás más caliente. Ya no importa, igual la empapaste toda.
La sonda llegó a su casa, él le abrió la puerta. Ella bajó y se acercó a la puerta.
—Recogeré mi casaca mañana, igual está toda mojada. Oye, ¿necesitas algo más? ¿O que llame a la policía?
Nada, solo se dio media vuelta y se dirigió a la casa.
Iniciaron el camino de regreso a casa.
—Siempre es bueno ayudar a alguien que lo necesita, Olimpo, eso es algo que tú todavía no entiendes.
—¿Ayudarse entre las personas te refieres?
—Claro pues, Olimpo… te falta todavía entender mucho de la humanidad.
—Cada día aprendo más.
Al día siguiente el taxista llegó a casa de la señorita. No le interesaba si conversaba con ella o no, tampoco le interesaba que le dieran las gracias. Solo quería recoger su casaca.
Llamó a la puerta, una señora le abrió.
—¿Joven, qué desea?
—Señora, buenas tardes. Anoche dejé aquí a una señorita, le dejé mi casaca para que se caliente, vine a recogerla.
La señora no movió un dedo.
—Señor, váyase.
¿?
—Señora, perdón, no quiero nada de usted, no le pido dinero ni que me dé las gracias.
—Quién lo haya mandado, lo hizo de mala intención, por favor, retírese.
—Señora, para nada he venido de mala intención, solo quería mi casaca de vuelta.
Llegó la policía, con seguridad la señora los había llamado desde su conexión neural. Para esos días puedes llamar a la policía sin mover un dedo.
Dos policías descendieron, por remoto apagaron su sonda y la conexión del taxista a la red.
—¡Caballero, buenos días, por favor aléjese de la señora!
Él levantó las manos. No quería problemas con nadie.
—Señor policía, no soy mala persona, solo vine a recoger mi casaca, pero si en algo estoy en falta con la ley me puedo retirar.
La señora seguía parada en la puerta de su casa, el taxista explicó a los policías lo sucedido desde la noche anterior.
A las preguntas de la policía la señora explicó… La descripción que hizo el taxista era tal cual la de su hija… Su hija fallecida hace cinco años.
El taxista rió, primero con temor, luego con más fuerza. Evidentemente todo era una broma. Todos estaban metidos en ella y lo querían dejar como un tonto.
—Miren, les dejo mi casaca, tengo que trabajar y no estoy para perder tiempo en bromas.
Pero la señora y los policías no sonreían para nada.
—Señor, la señora no miente. La señorita que trajo usted a casa anoche, ¿tiene imagen de ella?
—Claro, debe estar en la memoria del taxi, o en mi asistente neural, ¿Me permiten acceder a mi asistente o a mi taxi?
Habilitaron su conexión. Pero no había nada de esa señorita. Él había manejado solo, acompañado de Olimpo.
—¿Era ella? —el policía le mostró un holograma.
—Sí, ella misma, yo la dejé anoche en esta casa.
Ahora la señora de la puerta lloraba en silencio.
—Señora —dijo el policía—. Nos llevaremos al caballero a la estación a que presente una declaración. ¿Desea algo más?
La señora miraba al taxista con los ojos llenos de lágrimas.
—Esperen… Señor, usted parece sincero. Quiero mostrarle algo.
Partieron todos, la señora abordó el taxi del joven, la policía iba en la patrulla siguiéndolos.
Llegaron al cementerio en las afueras de la ciudad. El taxista recordó que fue ahí precisamente donde recogió a la señorita.
La señora le explicó, mientras caminaban ingresando al cementerio. Su hija fue atacada, nunca llegó a casa esa noche. Llegaron a su tumba.
La casaca del taxista estaba colgada en la lápida.

***
Gracias por leerme.
RHP

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 23, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

TENGO FRIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora