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Para Atsushi, los encuentros con Ryūnosuke Akutagawa son apurados, fugaces y siempre implican hábitos oscuros e irresponsables. Son jóvenes y tanto la Mafia como la Agencia consumen sus vidas, a pesar de que enormes problemas como los del Gremio y Dostoyevsky han quedado atrás.

Atsushi no sabe cuándo ha comenzado a necesitar de Akutagawa a su lado. Parece irreal extrañarlo y desearlo de una forma tan posesiva. Quiere tocarle la piel y sentir su respiración cerca del rostro. Anhela sus dedos en su cintura y escuchar su grave y seductora voz en su oído; como cuando el alcohol vuelve más dócil a Akutagawa y este lo aborda para hablarle cerquita y su voz le acaricia el lóbulo de la oreja.

Esa tarde, Atsushi no puede dejar de pensar en él, pues ha pasado un largo tiempo y no recuerda cuándo se encontraron por última vez. El sofoco por guardar y aparentar tantas cosas es insoportable, así que, ese día después de cumplir sus tareas pasea sin rumbo fijo por el puerto de Yokohama, con la vaga idea de cruzarse con Akutagawa.

Los hermosos colores del crepúsculo adornan el cielo y todo a su alrededor, la gente disminuye a medida que cae la noche y el sonido de los barcos que entran y salen del puerto es abrumador.

Sin contenerse más y con el celular entre sus dedos, redacta un pequeño mensaje. Quiero verte. Junto con indicaciones sobre la ubicación de uno de los bares que frecuentaron en el pasado. La valentía o el orgullo no tienen importancia cuando el deseo por esos ojos grises es tan grande, la única mirada que necesita sobre él es la de Akutagawa.

¿Pero Akutagawa a quién o qué necesita? Atsushi no quiere pensar que sus encuentros y escapes de la realidad en algún bar, fiesta, o simplemente caminar borrachos por Yokohama es eso y nada más. Porque a pesar de los roces casuales y de los acercamientos por culpa de cualquier sustancia, Ryūnosuke nunca ha ido más allá. Y Atsushi tampoco porque tiene miedo y no sabe cómo abordar la situación. ¿Él tendrá miedo también? Atsushi lo conoce como tiene la obligación de conocerlo. Su ritmo, sus movimientos, las situaciones que lo impacientan, el alcance de sus golpes, los pequeños gestos cuando piensa.

Aprendió a leerlo porque así se les requería y se les exigía.

Y está bien, Akutagawa lo hace por Dazai y Atsushi por el director del orfanato. Pero pensándolo mejor; el presente ya había dejado de ser todo lo que alguna vez pretendieron ser, porque en la actualidad, Atsushi se mueve para sí mismo y para su compañero, también le dedica todo a la Agencia, a la ciudad y a las vidas de los habitantes. Son tantas cosas y está cansado de aparentar que puede con las expectativas; aunque sabe que al final sobre exigirse no tiene ningún sentido. Él es él. Sus virtudes, defectos y problemas le pertenecen y hace lo que quiere con ellos.

Sin embargo, todo le pesa en la espalda y en sus manos manchadas de sangre.

Atsushi necesita arrancarse la piel y dejar de temblar. Necesita apoyarse en alguien o seguir escapando. No lo duda cuando toma otro vaso de cerveza y ya le da igual si lo que está bebiendo es de buena calidad o no.

Bajo la penumbra de ese bar lleno de gente y con mala iluminación, su mente divagando comienza a creer que no conoce realmente a Akutagawa. Todo le da vueltas, teme pararse y caerse, teme no conocerlo cómo supone. Atsushi tiene demasiados temores e inseguridades que podrían solucionarse fácilmente; tanto es así que le bastaría con preguntarle a su compañero cosas cotidianas. ¿Besar es cotidiano? Porque ansía besarlo y preguntarle qué piensa sobre eso. También quiere jugar al juego que más le guste y que el perdedor se deshaga de alguna prenda de ropa. Quiere apostar y perder a propósito. Quiere darle órdenes a Akutagawa y que lo fulmine con la mirada, aunque en el fondo Atsushi sabe lo blanda que es. Al llegar a este punto, se pregunta si Ryūnosuke se derretiría bajo las yemas de sus dedos y las marcas de saliva que iría dejando entre las cicatrices de su cuerpo. Las ganas son tan grandes que solo pensar en eso le da una punzada de dolor en el pecho. ¿Esto es a lo que llaman amor no correspondido? Tampoco está seguro de si llamarlo amor, quizás sea una adicción o quizas necesita deshacerse de sus deseos y nada más.

Imprudencia #Shin SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora