Arrebatada de su hogar y su familia. Alice Cromwell, una bruja oculta de la mirada humana, es transportada por razones misteriosas a un mundo lleno de magia y fantasía. Con la responsabilidad de cuidar a una niña pequeña sin ayuda en el camino de la...
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«¿Donde estoy?»
No podía mover mis piernas, ni mis brazos. Mi rostro se sentía increíblemente tenso, incluso fruncir el ceño hacía que un hormigueo invadiera mi rostro, como si una mariposa aleteara frente a mi. Estaba petrificada.
Necesitaba levantarme, moverme de alguna manera, pero no podía, mi cuerpo estaba aprisionado en una enredadera dé espinas.
—Wuaa...
¿Que había sido eso? Algo removerse en mi pecho hizo cosquillas. Unos pequeños pellizcos en mi ropa y la sensación de algo húmedo y cálido me estremeció.
«—Cuídala bien, Alice...»
¡Agatha!
Como si saliera del agua mis pulmones acalambraron mi caja torácica con brusquedad. Apesar de la tensión en mi espalda y alrededores mis brazos, abracé con firmeza a Aggie, se removía incómoda en mis brazos.
—Aquí estoy, aquí estoy, no te preocupes —susurré con la voz ronca y seca. Mi ceño frunció ante un largo y doloroso pitido que invadió mis oídos.
Me doble intentando calmar el dolor. Pero un golpe en seco contra mi frente me detuvo.
Tanteé la superficie de la tapa frente a mi, luego a mis costados y por último mi cabeza, tratando de imaginar un poco la forma en la caja en la que estaba encerrada. No era simplemente un objeto hecho de madera, pues podía sentir algo acolchado reducirle dolor de mi espalda, pero la extraña forma en al que terminaba por encima de mi cabeza comenzaba a preocuparme.
—Necesitó salir de aquí...—reforcé mi agarre en Aggie y comencé a forcejear con la puerta frente a mi, estaba cerrada.
El traqueteo de la cerradura moviéndose bruscamente comenzó a ponerme nerviosa, no importaba cuánta fuerza pusiera ¡no podía abrirla!
Esto es malo, el aire me estaba faltando y Aggie había comenzado a llorar.
—¡Mierda! —di un golpe a la puerta. Mis nudillos ardieron cuando la carne raspó y comenzó a inflamarse.
—¡Wuaaaa! —Aggie lloriqueó.
—Lo siento, lo siento, pronto saldremos de aquí—besé su frente y nuevamente di un golpe a la puerta.
