Capítulo 1
Los cuernosBig, bit, bit...
Replica el despertador.
10:47
Salto de la cama dándome sin querer un totazo contra el piso. Mis piernas se han enredado en las sabanas que quito rápidamente antes de salir corriendo al guardarropa. Busco entre el tumulto de ropa enredada mis plataformas blancas, una falda negra a mitad de las rodillas y una camisa azul celeste; pero entre todo el desastre solo consigo unos tenis negros, unos jeans rasgados y una blusa negra. Agarro mi chaqueta dispuesta a ponérmela pero un olor a sudor fétido me alcanza al tomarla. Arrugo la nariz comenzando a vestirme.
Nota mental: lavar el próximo domingo.
Ya vestida corro al baño. Las cremas están tiradas en el suelo, el secador de cabello esta encendido encima del lavamanos y la tina está hasta el tope de ropa sucia. Me observo en el espejo mientras busco mi cepillo. Luzco horrenda, no debí beber tanto anoche; mi cabello negro esta lleno de nudos, un rastro de baba seca recorre mis mejillas, a la cual paso un paño húmedo.
Untando crema dental en mi dedo que paso por mis dientes al no encontrar el cepillo, apresurada regreso al cuarto pasándome las manos por el cabello tratando de ordenarlo. Tomo mi bolso, los folios con mis trabajos de la universidad y las llaves de mi carro.
Corriendo, salgo al pasillo tecleando el botón del ascensor, para que suba, pero al cabo de algunos segundos sin resultados decido bajar por las escaleras apresura. Levanto mi muñeca para ver la hora, pero descubro frustrada que se me ha quedado el reloj de mano en la nevera.
En la recepción, busco mi abrigo en el perchero mas no consigo verlo por ningún lado, lo cual me dice que también lo he dejado entre el tumulto de ropa sucia que esta en la lavadora al lado del cesto de ropa limpia, o eso creo.
-Sofía- miro de improviso a mi vecina acelerando el paso para que no pueda alcanzarme. Sé que es descortés de mi parte, pero aun no me han pagado la mensualidad y no tengo un solo centavo para la renta del departamento, incluso después de pagar la totalidad de mi auto no me quedo ni un centavo para los víveres. Entrando en el parqueadero localizo mi auto, pongo la llave en la ranura y acelero al salir para tomar la curva antes de que de en rojo. El rechinar de las ruedas en el asfalto me indica que si no bajo la velocidad llamare la atención de la poli. De improvisto bajo la velocidad de golpe al ver unas patrullas al lado del mini mercado, más cuando ya me voy alejando de ellos piso el acelerador a toda marcha; los pitidos de los carros por rebasar los semáforos en rojo me traen sin cuidado. Acelero a fondo cuidando de la poli hasta que al cabo de unos segundos llego al estacionamiento de la facultad. Estaciono el auto, tomo mis cosas y corro al auditorio de pedagogía.
Los pasillos de la facultad están extremadamente vacíos, a excepción de algunas personas que corren por los pasillos con sus trabajos en mano.
Me asomo por la puerta de cristal del auditorio, el licenciado esta impartiendo la clase tranquilamente. Abro la puerta deslizándome lentamente dentro. Algunos de mis amigos ruedan los ojos graciosos por lo típico que es que yo siempre llegue tarde. Tomo asiento al lado de julia, mi amiga. Descargo mis cosas sobre la mesa dando un respiro de alivio.
-llegaste mas tarde de lo normal- me reprende julia malhumorada. Y aunque en la faculta no les importa que llegue tarde a tomar la clase o no, debo tener mi pago de los semestres al día, pero perfectamente por eso es que a julia le molesta tanto que llegue tarde. Tengo que trabajar duro para poder pagarme la universidad; entre mi trabajo de consejera, mesera y profesor particular casi no tengo tiempo para mi misma.
-dejen sus trabajos encima de mi escritorio- dice el licenciado sentándose en la silla- también quiero informales que hay una vacante para el semillero de investigación, quien quiera participar, presente su carta en la oficina de ciencias para presentar el examen.
Estuve apunto de levantar la mano, pero recordé que entre mis trabajos de hacer los talleres y mis investigaciones de la tesis no tengo tiempo para nada.
Estoy tan ajetreada y frustrada que me obligo acerrar los ojos un momento. Siento temblar mi cuerpo por la rapidez en la siempre se desarrollan mis días, ni siquiera note que me dolía la cabeza hasta ahora. Dejo caer la cabeza en el espaldar de la silla.
Apenas ha empezado mi día y ya llevo una hora de clases perdidas, normalmente la entrada es a las nueve.
Suspiro queriendo alejar la tensión. Sí, vivir por tu propia cuenta es difícil cuando y a estabas acostumbrado a vivir de tus padres, pero hasta ahora, aunque difícil, la llevo bien.
Al acabarse la clase, salgo de camino a la cafetería, rebusco entre mis bolsillos, hasta darme cuenta de que no tengo ni un centavo para comer. El estomago me ruje al entrar y oler las delicias que se sirven en la cafetería. Tomo asiento al lado de julia, esperando a que Yesica llegue.
-.hola chicas- saluda al sentarse a nuestro lado, dejando las bandejas de comida frente a nosotras.- son el especial de hoy- anuncia comenzando a comer alegremente.
-no tengo con que pagarlo- le digo algo apenada. Ambas me dan unas miradas irónicas.
-yo pago- afirma Yesica sonriendo.
Sonrió. Yesica y julia han sido mis mejores amigas, desde muy pequeñas cuando jugábamos a la boda, con tener un castillo y tener siete hijos, vivir felices para siempre. ¡Claro que! En ese entonces solo teníamos siete años y no conocíamos nada de la vida, de sus riesgos y donde lo peor que nos podía pasar era encontrarnos con el monstruo que vivía bajo nuestras camas. La verdad, yo esperaba que el crecer representara algo mas emocionante como vivir viajando y conocer culturas nuevas o nadar con sirenas, ser bombera, cazadora de fantasmas, agente secreto; la cosa es que la vida tiene mucho mas de lo que esperaba.
A mis doce años, mi madre murió al dar a luz a mi hermana, Dana, y resultamos ser una carga muy pesada para nuestro padre, que nos abandonó a nuestra suerte cuando Dana cumplió sus seis años, para ese entonces ya era mayor de edad y pude quedarme con su custodia al encontrar trabajo y contar con la incansable amabilidad de nuestra tía abuela Emi.-hay una fiesta en la fraternidad alfa- comenta Yesica tratando de alegrar el ambiente. Sé que no desprendo ese aura de rayitos de sol como lo hace ella que logra ayudarnos a todos, tengo mas responsabilidades y no puedo darme el lujo de emborracharme un lunes, además ¿Qué desquiciado hace una fiesta el lunes? ¡Claro! Y es que ni debí preguntar.
Max, el estúpido y mujeriego mariscal de campo es el líder la fraternidad alfa, él es como el rey del campus, tiene las mejores mujeres, las peores notas, más dinero que cualquiera en la universidad.
-¡ho, rayos!- el comentario de julia llamó nuestra atención- miren eso.
Diablos, hasta yo misma sentí pena por Yesica, al ver a Tog, su novio de mas de cuatros meses besándose con Briana, esa tipa está mas rota que un colador y aun sigue haciendo las suyas, además de ser conocida como la Barata, bueno, al menos así le llamamos nosotras. Hay incluso rumores que dicen que se ha acostado con los profesores, hasta con el director para que no la expulsaran.
La sonrisa de Yesica al ver todo eso termino borrándose de inmediato, sus ojitos azules se enrojecieron tratando de no derramar lagrimas, la ira contorsionó sus expresiones haciendo la ver como una loca.
-cálmate- la siempre amable y comprensiva julia trato de ayudarla, pero como es usual ni Yesica ni yo, la escuchábamos cuando ocurrían estos o ciertos eventos.
Yesica sonrió maliciosa como si alguna idea macabra hubiera llegado de improvisto a su mente.
-chicas- reprendió Julia. Pero si algo hay que saber de nosotras es, que sí te metes con una, te caeremos todas.
La mirada de Yesica decía más que mil palabras, sus expresiones gritaban más que por venganza, exigían sangre fresca de una zorra y el miembro de su ahora ex novio.
-¿Qué quieres que hagamos?- pregunto julia cayendo en cuenta del dolor que le generaba todo esto a nuestra amiga.
- mátenlo-

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Locamente Ellas
Teen Fiction-¿No eres demasiado pequeño para tener esas fantasías con mujeres mayores?- La pregunta no pareció alterarlo, el parecía conocedor de muchos misterios. Una sonrisa burlona apareció en sus labios. -no sería la primera vez- Dios, en que líos me he...