Primer Beso

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La secta Lan nunca había recibido un discípulo tan revoltoso como Wei Wuxian. A estas alturas Jiang Cheng sólo deseaba cortar la cabeza de su hermano para evitar siguiera manchando la reputación de su secta.

—¡Es que es tan divertido provocarlo! ¡Oye, ¿crees otra vez el niño bonito me supervise... ?!

—¡Cállate, Wei Wuxian!– Gritó iracundo el Jiang, levantando amenazador un puño-¡El Segundo Joven Maestro Lan no es cualquiera, así que deja de molestarlo!

—¡No puedo! Su cara tiene un cartel que dice "soy un santo" y me hace querer romper esa mentira, ¡Es imposible para cualquier mortal ser tan malditamente perfecto y yo estoy dispuesto comprobarlo! A menos que... ¿Crees vino del cielo? Eso explicaría por qué es tan guapo...– Wei Ying puso una mano en su mandíbula, como si estuviera reflexionando algo muy serio.

Con cada palabra Jiang Cheng sentía la sangre hervir más ¡¿CUÁNDO DIABLOS PLANEABA APRENDER SU LECCIÓN?! ¡¿EL DÍA QUE WANGJI SE HARTE Y LE ROMPA LAS PIERNAS?!

Pero cuando escuchó la última frase, frunció con desdén.

—¡Si el Segundo Maestro Lan fuera una chica, creería te metes en problemas a propósito para cortejarla!

—¡Jajaja! ¿Me crees manga cortada sólo por admirar la belleza masculina? No te preocupes, no es como que me intereses...

—¡Vete al diablo!

Finalmente llegaron a la Sala de Detención donde el Wei sería castigado. Había pasado tantas veces allí que ya le parecía una segunda habitación durante su corta estadía en Gusu desde hace cuatro meses.

Abrió sonriente la puerta, y antes de siquiera revisar adentro exclamó:

—¡¿Qué tal, joven maestro Lan?! ¿Me extrañaste?

Efectivamente Wangji resultó estar esperándolo dentro junto a una ventana. Su esbelta figura de espaldas resaltada por el sedoso cabello brillante iluminada por la brillante luz le daban un aire místico, y distante.

Lo único que lo arruinaba fue el hecho de no dignarse a mirar al otro.

—Copia las reglas de Virtud cinco veces– Contestó breve el Lan, ignorando por completo las anteriores palabras.

—Te odia– Susurró Jiang Cheng.

—En el fondo me ama, ¿quién no lo hace?– Wei Ying sonrió con suficiencia, antes de cerrar la puerta.

Cuando quedaron solos, Wangji se sentó en una mesa contigua a donde estaban las dichosas reglas escritas comenzando a leer un libro cuya portada no le interesó al oji gris.

Decidiendo que estar en distintas mesas no lo detendría, Wei Wuxian tomó asiento frente, del lado contrario donde estaba el oji dorado.

—¡Segundo Maestro Lan, ¿ha probado el arroz frito picante?! Si quieres casarte con alguien de Yummeng, ¡Es una regla que comas comida picante!

—Cumple el castigo– Demandó el Lan aún sin levantar la vista del libro.

—Aiya, te doy un valiosísimo consejo sobre comida, y me ignoras así. ¿Qué pasa con los modales de tu secta?– Wuxian fingió una expresión lamentable, actuando igual que un niño decepcionado.

Lan Zhan calló. Su rostro normalmente fácil de molestar tampoco dio muestra de haber escuchado.

—Está bien, no digas nada, yo hablaré.¿Sabes por qué dejé descubrieran tan fácilmente que bebí Sonrisa Del Emperador?

—...– Wangji volteó la página del libro, indiferente.

—Pues, porque– Disminuyó el tono de su voz, entrecerrando los ojos. Apoyó los codos en la mesita, y descansó la cabeza sobre sus palmas mirando el libro que bloqueaba el rostro del Lan– ¡Quería verte! Me has ignorado desde que nos enfrentamos al Demonio de Agua, a pesar que ya somos tan cercanos. Sabía de otro modo no podía hablarte así.

Sin Control (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora