Prólogo

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Todos sabíamos que podría pasar, los pequeños fallos podían acabar con algo creado hace tanto tiempo, pero nunca habría creído que ese final estuviera tan cerca.
Miles de contables corrían tropezándose los unos con los otros mientras trataban sin éxito de arreglar los grandes ordenadores y poner un poco de orden.
Pero nada daba resultado; las calles eran un caos de técnicos llenado de un lado a otro, agentes intentando concentrar las masa de personas desesperadas que cogiendo lo que podían salían de sus casas y un sinfín de desorientados animales que huían despavoridos de sus jaulas de hierro ahora abierta y vacías.
No sabíamos como actuar porque nunca había ocurrido algo así, ahora eramos libres, pero a que precio? No tendríamos el confort de un hogar ni comida que llevarnos a la boca cada día.

El sistema era tan complejo y antiguo que nadie dudo nunca de su resistencia pero ahora que el C.A.S.P.H (Control de Alimentación y Salud de la Población Humana) había caído, la ciudad de Fantalys estaba al borde del descontrol absoluto.

Algo si que estaba asegurado, que nada volvería a ser igual tras la destrucción de lo único que los retenía en aquella ciudad industrial que tanto había presumido de ser la más moderna y avanzada de todo Brillán.

Laya miraba sin apenas parpadear el televisor holográfico que tenía enfrente. Las imágenes en 3D de las cámaras 1,2 y 3 de Fantalys mostraban el desastre y el caos que había causado de la completa desaparición del sistema. Bien, eso era justo lo que ella quería. Desorientación, caos, desesperación, indecisión; eso era música para sus oídos.

"Solo necesitó un par de días, el miedo y desesperación pasaran empezarían las revueltas y, con suerte, la gente comenzaría a escapar de aquel horrible lugar.

Claro que existía la posibilidad de que hubiera gente que se quedara rezagada, pero de algo tendría que vivir la ciudad al final; aquellos que se quedaran cuando instalaron un nuevo sistema quedarían atrapados otra vez en aquel circulo vicioso sin salida. Sin embargo los más listos escaparían sin problemas de allí y ella les había dado el tiempo suficiente para hacerlo.

Hecho un último vistazo a su intercomunicador holográfico para ver de cuanto tiempo disponía según su plan; exactamente 1 hora. Sonrió con suficiencia, tenía tiempo de sobre para recoger, ocultarlo todo y escapar camuflándose entre el bullicio de las calles. Sería fácil, de todas formas tendría que ser lo porque si no le sería imposible volver para vigilar los movimientos y las cosas nuevas que ocurrirían en las próximas semanas o quizá mese; para ver la evolución de la ciudad tendría que poder volver de vez en cuando.

Y llego el día...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora