II

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El príncipe estaba apunto de casarse con una princesa de un pueblo algo lejano, pero sólo así obtendría la corona. Sin embargo, él no dejaba de pensar en esas rosas y en como acabaría con aquella bruja quien le impide obtenerlas, aunque solo a voluntad de ella las rosas crecerían en su reino, la quería muerta.
Estaba totalmente desesperado por acabar con esa pequeña espina en su zapato, pero no quería terminar muerto y nadie parecía atreverse.

Había un joven cazador, su nombre era Emelian, no pertenecía a ningún clan, él era libre aunque aún sentía melancolía en lo profundo de su corazón por la muerte de su padre, estaba solo, dormía en cuevas o debajo de algún árbol, nunca se quedaba en dónde mismo, era un alma nómada que quería acabar con su sufrimiento, nada lo hacía feliz porque todo le recordaba a la pérdida de su padre y su ruptura de corazón por una linda princesa que se cautivó con el encanto de un joven del futuro. A pesar de que ella no entendía mucho lo que él hacía, ella lo vio como una mejor opción; mejor que alguien que la defendería de cualquier cosa que fuera, él creía que tenía un amor especial en su corazón, pero comprendió que no para él, sino para Dwight. Emelian la defendió de ciertos enemigos, pero no fue suficiente para ella.

El joven cazador llegó a un pueblo de un reino pequeño, era un lugar lúgubre pero tenía rosas rojas pintadas en el muro de una taberna de mal a muerte. Emelian entró y solo había hombres fornidos de apariencia ruda, ebrios cantando y cayendo como si se estuvieran desvaneciendo y mujeres de la vida galante. Se sentó en la barra y quiso pasar desapercibido, sólo quería estar en un lugar que no fuera el bosque. El tabernero se le acercó. —usted es muy joven para estar en un lugar así, ¿Se ha perdido o perdió por aquí a su madre?-. Preguntó el tabernero en forma cínica.
—qué osadía, yo vine a descansar de mi penuria y no quiero imaginar que está insinuando mal de mi madre quien murió al darme a luz, la gente como usted siempre hace eso, es sumamente banal lo que quiso insinuar si alguien joven llega a su establecimiento, ¿No lo cree? -. El joven se molesta y toma un poco de ron que se encontraba en un vaso abandonado, de una manera rápida y con el ceño fruncido por la ofensa, se atreve a preguntar por las rosas en pintura de la entrada a lo que el tabernero contesta:
— Se dice que en el bosque hay una aberración de la naturaleza que se hace pasar por una joven humana, pero su hogar está lleno de rosas rojas, tan rojas como la sangre y como el vino, pero éstas están malditas. La bruja las controla y hacen que sean más y más grandes y sigan vivas, incluso con los inviernos más fríos y crueles, éstas siguen tan rojas, salvajes, grandes y vivas, si intentas cortar una de ellas o tan sólo uno de sus frondosos pétalos, anormalmente se tornan negras y más grandes, te atrapan y intentan matarte–. El tabernero le muestra su muñeca, parecía que esa zona de el brazo estaba muerta, era pálida con rasguños negros y rojos oscuros, le costaba trabajo moverla. —Tuve suerte de hacer salido con vida.  —Dicen que todo aquel que ve a esa chica, se hipnotiza, al parecer de esa manera intenta controlar la mente de quién se atreva a cortar sus rosas-.

Emelian quedó pensativo. Le parecía algo realmente intrigante poder ver aquellas rosas grandes y coloradas o de poder ver a la cabeza de semejante obra llamativa.
Pensó que si moría en el intento no le dolería Absolutamente nada, ya que todo estaba perdido.

Siguió caminando por el pueblo cuando la carroza del principe al parecer falla, los lacayos del principe le piden que baje mientras Emelian solo mira confundido.

Mientras tanto la joven _____ que se encontraba meditando cerca del pequeño pantano junto a sus rosas, de repente empezó a tener augurios sobre algo malo, de repente llegó una visión de que alguien vendría y acabaría con sus rosas, se asusto y rápidamente entró a su choza, estaba también en una grande confusión, rara la vez que sus augurios fallaban y cuando finalmente se calmo, puso hojas y canela en su caldero mientras hervía agua, prepararía algo para quitar los malos pensamientos, ya que le pasó por la mente que quizá no era algo que pasará, sino un pensamiento de miedo.
Tomó el brebaje y se sentó, se tranquilizó. Ella no iba a pensar en otra  cosa más que estar en paz con ella misma.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2021 ⏰

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Where The Wild Roses Grow (Emelian y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora