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Tenía nueve años, me había cortado el flequillo con tijeras para niños e hice un desastre, tenía los mechones irregulares y mamá me había regañado mucho por eso. Terminé llorando en mi closet. Sollozaba tanto que mi cuerpo se sacudía a cada bocado de aire. La puerta se abrió y yo entrecerré los ojos por la repentina luz.

—Oye Lucy, ¿qué haces aquí?

Fred, mi primo, estaba parado junto a mi con la cara y la ropa manchada con lodo.

—Tú qué haces aquí —dije escondiendo mi cara en las rodillas.

—Mis padres me dejaron porque iban a un lugar donde... Eh, yo ya no puedo ir.

Reí un poco. Él siempre hacia desastre a los lugares donde iba y la mayoría luego le pedían el favor a mis tíos de que ya no lo llevaran.

—¿Qué te pasó?

Se sentó frente a mí, encendió la luz del foco sobre nosotros y cerró nuevamente la puerta. Quise decirle que estaba manchando todo con lodo, pero yo también hago eso.

—Nada —respondí en voz baja, sin mirarle.

—Nadie llora por nada —dijo él, con tono sabiondo.

Me sorbi la nariz mientras levantaba la cabeza para mirarle.

—Me corté el cabello —saco los mechones y se los muestro, mi labio inferior tiembla—. Mamá dice que he hecho un desastre.

Se me queda mirando con el ceño fruncido. Luego ladea la cabeza mientras yo intento esconder mi feo flequillo.

—No veo el desastre —suena sincero, pero yo no le creo.

—Está desigual —mascullo en medio de un lloriqueo.

Me quedo quieta mientras él se acerca a tomar mi cabello. Pone mi flequillo sobre mi frente, peinándolo con sus dedos. Dejo de llorar, le miro algo confundida. Normalmente no me trataba tan bien.

—Se te ve genial, Lu —sonríe—. Es tu toque personal... Estás hermosa.

—Fred —digo sorprendida y con las mejillas rojas—. No digas mentiras.

Él es muy buen mentiroso, tal vez se está burlando de mí.

—Puedo mentirle a todo el mundo—se separa y no deja de mirarme— pero asegúrate de que nunca voy a mentirte a ti.

—Pues entonces gracias —murmuro limpiandome las mejillas mojadas.

—Pues entonces sonríe.

Lo hice.

Aquella vez fue la primera en la que mi corazón latió con una velocidad sorprendente. Fred podía ser dulce, a pesar de que él era de los que empujaba a sus primas para conseguir el primer pedazo de pastel.

Pero nunca lo hizo conmigo. Ya nunca fue malvado conmigo, al menos por un tiempo.

Mi secreto pelirrojo (S&B)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora