Capítulo 1 - El inicio

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Han despertado un día y desde el primer momento se dan cuenta que sería un día de mierda. Pues yo estaba comenzando uno de esos.

Mientras me duchaba, el agua caliente dejó de salir. Llena de jabón salí para ver que estaba mal con el cálifon y me di cuenta que se me había acabado el gas, salí al patio para cambiar el galón y en eso me gasté el poco tiempo de sobra que me había dejado por si ocurría algo en el camino a mi entrevista de trabajo. Terminé de bañarme y cuando quise encender el secador, le comenzó a salir olor a quemado, soltó una chispa y dejó de funcionar. Maravilloso ¿Tenía que agradecer que esa chispa no hubiese ocasionado un incendio? pues, gracias. Me peiné como pude y me vestí. Me serví el café lo más rápido que pude, di un sorbo y escupí en el lavaplatos que estaba relativamente lleno. Mierda, estaba caliente. Con ardor en la lengua, decidí que no tenía tiempo para esperar que se enfriara. Tomé una liga para el cabello, mi bolso y salí corriendo, solo entonces noté que no había sacado las llaves de casa. Doble mierda, ya tendría tiempo de ver que hacía luego.

Al llegar al metro comencé a buscar mi tarjeta para poder pasarla por la banda mientras hacia la fila. Llegué hasta el torniquete y aun no la encontraba, la gente detrás de mi comenzó a reclamar, por lo que opté por salir de la fila y buscar con detenimiento. No la tenía. Hice fila en la taquilla para aumentar mi colección de tarjetas, siempre las perdía y luego aparecían.

Llegué a mi entrevista de trabajo cinco minutos tarde, pero por suerte aun no me habían llamado. Me senté y saqué un espejo para mirarme y tratar de adecentarme lo más que pude.

Salí de la entrevista confiada, di un suspiro y salí del edificio. Mi confianza llegó hasta la boca del metro, me llegó un correo informándome que no había sido seleccionada. Suspiré, tampoco es que hubiese perdido una oportunidad muy valiosa, salí de la app de email para comenzar a buscar a algún cerrajero que me pudiese ayudar con el ingreso a casa mientras me acomodaba en el asiento de unos de los vagones. Fue entonces cuando mi día comenzó a mejorar.

Dos chicos ingresaron al vagón y comenzaron a pedir fondos para una fundación de padres de acogida. Aquello llamó mi atención y no pude despegar mi vista de ellos mientras hablaban del propósito y las actividades que llevaban a cabo. Ellos específicamente estaban pidiendo fondos para las actividades de verano que realizaban. Al terminar de hablar entregaron folletos, uno de los chicos se acercó hasta mi mientras yo sacaba mi cartera para apoyar la causa. Él me sonrió y me entregó un folleto.

-Ten- Le dije mientras él me acerba una cajita donde podía colocar mi donación.

-Gracias- Me sonrió- Si quieres saber más ingresa a la página que está en el reverso, siempre necesitamos nuevas manos- Le sonreí de vuelta, pero no le dije nada más.

Esa noche, cuando al fin pude entrar a casa, me serví algo para comer y me puse frente a la pantalla de mi computador.

"TRABAJA CON NOSOTROS"

Brillaba en grande al inicio de la página y sin pensarlo presioné. Me salieron muchas opciones, pero la que más llamó mi atención fue la de padres de acogida. Tomé aire y me metí a la sección de postulaciones.

Esa noche no pude dormir. Me revolví nerviosa en mi cama y cuando comenzó a salir el sol, no aguanté más. Me levanté y comencé a limpiar la casa, ordené todo lo que pude, cuando fue una hora decente, coloqué música y pasé la aspiradora. Creo que hace tiempo no había tenido una mañana tan productiva. Cuando estaba preparando mi almuerzo sonó mi teléfono, corrí para bajar la música y en el camino me tropecé con la alfombra y caí de boca al piso, La verdad es que si era un poco torpe para tener 33 años. Gracias a Dios no me di tan fuerte o puede que me haya dado fuerte, pero estaba tan nerviosa que no lo dimensioné. Bajé la música y respondí el teléfono.

Mi Alternativa a, b y cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora