Afrodita.

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Roseanne Park era de esas inusuales mujeres que, durante el día, paseaban por las calles con una identidad y por la noche, se convertían en otra persona completamente diferente.

Durante el día Roseanne, llamada Rosé por sus amigos, era una exitosa empresaria que trabajaba para Saint Laurent, la empresa que lideraba junto a su mejor amiga, Lalisa Manoban.

Llegando cierta hora del día, los viernes, ella se retiraba con la excusa de que tenía una urgencia familiar. Pero en realidad, solo ganaba tiempo para poner en forma a su personaje.

A ese personaje que interpretaba durante la noche todos los fines de semana en un bar local de Seúl.

Afrodita.

Afrodita, en la mitología griega, es la diosa de la belleza, la sexualidad y el amor. Aunque a menudo se alude a ella en la cultura moderna como «la diosa del amor», cabe resaltar que antiguamente no se refería al amor en el sentido romántico, sino, en el sentido erótico.

Y en el famoso, y privado, bar de la élite, Roseanne Park era conocida como ''Afrodita'' para los que ya habían gozado de uno, o varios, de sus fabulosos, candentes e inolvidables espectáculos.

Al soltar su sedoso cabello rubio, llevar puesta la costosa lencería blanca que la caracterizaba, y colocarse el antifaz dorado de ''Afrodita'', dejaba completamente de lado a la chica correcta y decente que solía ser por las mañanas para convertirse en aquella mujer que derrochaba sensualidad por donde pasase.

Ella realmente hacía honor al sobrenombre que llevaba puesto en ese bar.

— Señorita Park. — la voz de la secretaria la hizo sacar su vista de la abundante cantidad de papeles por firmar que tenía enfrente a ella.

Llevó su mirada a la secretaria y le indicó que continuara.

— Solo le traigo el recordatorio de que hoy tiene marcada una reunión con los Kim, y no sé si usted querrá que organice su atuendo para llevar o... — la pelinegra fue interrumpida por la queja de la rubia.

— Maldición. — se llevó una mano a la cien y cerró los ojos. — Lo había olvidado. — suspiró y la volvió a mirar con una expresión de disculpa. — ¿Podrías cancelarla? Diles que estoy muy ocupada y que lo siento por no poder asistir a la reunión.

— Sí, señorita Park. — sonrió amablemente y observó como la rubia, con dificultad, trataba de acomodar una exagerada cantidad de papeles. — ¿No necesita ayuda?

— No. Solo ve a hacer lo que te dije. — ordenó sin dirigirle la mirada.

Era viernes, obviamente debía cancelar todos los planes que tenía.

La pelinegra asintió y con pasos torpes se retiró de su oficina dejando completamente sola a la rubia.

Al verla retirarse por completo, Rosé abrió uno de sus cajones y sacó de allí el antifaz dorado.

— Estoy completamente loca. — murmuró en voz baja. Le dio una última mirada y volvió a guardarlo.

Llevó su cabeza hacia atrás y recostó por completo todo su peso en el respaldo de su cómoda silla de cuero acolchonado.

Cerró los ojos y suspiró recordando uno de los momentos en los que sintió que estaba entre la espada y la pared.

Rosé se encontraba meneando las caderas sensualmente al ritmo de la música. Mordía su labio inferior provocativamente mientras disfrutaba la mirada la satisfacción de su público.

Las miradas sobre ella no era cosa inusual. Ella ya estaba completamente acostumbrada y no se quejaba.

Extendió un brazo y se agarró del tubo que se encontraba en el centro del escenario. Comenzó a caminar haciendo movimientos exagerados con las piernas y cadera alrededor de él.

one shots chaelisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora