Introducción

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El tiempo corría lentamente, los minutos se convertían en horas a la vez que el reloj marcaba la tensión del momento, prolongando el suspenso. (Tic tac, tic tac,) aquel sonido llenaba la estancia, pero para Alas ese sonido se perdía como un eco en su cabeza y se oía tan lejano...

Toda la realidad se sentía lejana, las paredes parecían crecer y alejarse haciéndolo sentir como un barco en medio de la nada. No estaba seguro si los parpadeos de luz eran  debido a un inoportuno fallo eléctrico o si eran un efecto óptico a causa de los nervios. Él seguía masticando ese chicle invisible en su boca, una de esas peculiares manías para lidiar con la tensión.

De aquel entorno borroso surgió  una figura azulada que conforme se acercaba adquiría poco a poco la forma de un teléfono. Alas lo miraba con atención, mientras el reloj seguía su marcha (Tic Tac, Tic Tac).

Aquel aparato azul sobre la mesa lo castigaba con su silencio, se había convertido en su dueño. Él se preguntaba cuando fue la ultima vez que sintió una ansiedad similar. Fue cuando tuvo su primera entrevista de trabajo ,la sensación era la misma; Era una mezcla de ansias y pánico. Siempre vienen juntas a la hora de un momento  decisivo, que puede significar la gloria o la ruina total, el todo o nada.

Esperó y esperó y el teléfono aún no sonaba, miro hacia arriba, hacia aquel reloj infernal que colgaba sobre la puerta. Media hora se siente como una eternidad.

Trató de distraer su mente mirando hacia otra parte,  bajo la mirada a la vez que se frotaba las rodillas cansadamente. Miró de nuevo el teléfono, lo miro con angustia. Estaba sudando. -"¿Puedes liberarme señor teléfono? Solo dime lo que quiero oír, por favor"-" Pero el tiempo transcurría y no había una sola llamada (Tic Tac, Tic Tac).

Ahora enserio estaba perdiendo la paciencia. Volvió a mirar en otra dirección, balanceándose levemente, como un niño desesperado. Volvió la mirada hacia al aparato una vez más. Dio un fuerte suspiro.
-"Está bien. No me digas lo que quiero oír. Tan solo dime la verdad"- Suplicó telepático al teléfono. La inconclusión es peor que una mala conclusión. Tener éxito o fracasar te lleva a algún lado. Pero la inconclusión te mantiene a la deriva, justo como Alas se sentía en ese momento.

Finalmente se rindió. Aceptó que ese teléfono jamás sonaría y que la oportunidad se le había ido de las manos. Contempló esta ultima idea, la negó, la confrontó y finalmente la aceptó. La decepción marcaba su rostro. Era el todo o nada.  Pero al final no fue nada.

Revolvió la pila de hojas de su escritorio con la esperanza de encontrar algo que sirviera. Borradores de historias, y al mismo tiempo un exceso de virutas y puntas de grafito cayeron al suelo. Las almas creativas parecen tener el mal hábito de acumular cuanta idea mayor o mínimamente útil se les ocurre y al final obtienen una montaña de ideas que no parecen apuntar a ningún lado.

Parecía que sus temores se confirmaban, toda esa basura enfrente suyo era, en efecto, basura. Algunas resultaban interesantes al principio pero luego avanzaban hasta lo irremediablemente pobre. Otras resultaban en tramas  redundantes o ridículas. Así es, el mundo de las ideas puede ser cruel muchas veces. Quizá ya se las había arreglado para tirar su vida por la ventana sin darse cuenta.

De pronto, algo llamó la atención de uno de los papeles en el suelo. Lo miró con atención, a diferencia de las demás notas, esta  estaba escrita con lápiz sobre un cuaderno barato de papel reciclable. Era una narración de un apartado dedicado a anécdotas inexplicables y sorprendentes, de sus años cuando trabajaba para una revista cuyo nombre ni siquiera recordaba.

Comenzó a leer rápidamente. Pero de forma gradual un cierto encanto lúgubre en aquellas palabras lo obligaron a bajar la velocidad. Al leer con detenimiento vio que aquello  entre sus manos  era particular, no logró dar con como en su tiempo no se había percatado de lo escrito.

De pronto vio una nueva esperanza. Pequeña por supuesto; Pero en medio de la desesperación hasta la mínima gota de agua puede  calmar aquella sed que nos consume. Inconscientemente dejo de mascar su chicle invisible. Aquella era una buena historia pero estaba incompleta y si pensaba sacar algo de provecho no solo necesitaba terminar la historia, necesitaba la fuente original, la persona que le había dado esas palabras (Señor Raúl Revilla. 08/10/07) Así marcaba el pie de página, sin dar más información.

Alas pensó que si luego de seis años esa hoja seguía ahí, debía haber más cerca. Registros, fechas, borradores, mapas... usaría todo eso para buscar a Revilla. No debería ser tan difícil de encontrar, solo era cuestión de tiempo...
(Tic Tac, Tic Tac)

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⏰ Última actualización: May 22, 2021 ⏰

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