Las vacaciones habían terminado y Aurora debía volver a la universidad, ella camina por una tienda de antigüedades, la cual veía todos los días cuando estaba en la escuela. Le llamaba mucho la atención, pero nunca se dignaba a entrar, hasta un día en que decidió entrar para ver lo que había en ese lugar. El anciano de lentes sentando detrás del mostrador le da la bienvenida a la curiosa muchacha.
–Buen día jovencita ¿Qué se le ofrece? —Dijo el anciano.
–Por el momento nada, voy a echar un vistazo a las cosas que tiene aquí —Dijo ella.
–Adelante —Le indica.
Ella caminó a través de los extensos pasillos, viendo la mercancía colocada en los estantes hasta que vio una mochila en lo alto que captó su interés, va al mostrador y le pregunta al anciano.
–¿Cuánto cuesta esa mochila? —Curiosa.
–Ah esa es una mochila muy especial, es solo para aventuras —Dijo él.
–¿Aventuras? —Confundida.
–Sí, la dueña me dijo que se lo vendiera a una persona que fuese a vivir grandes aventuras —Dijo él.
–Pues voy a viajar dentro de poco a la universidad —Dijo ella.
–¿Es en la ciudad o fuera? —Persiste.
–Fuera de la ciudad —Incómoda.
–Entonces te servirá de mucho, son treinta dólares —Dijo él.
–¿Treinta? Déjeme ver —Revisa sus bolsillos y efectivamente tiene lo que pedía.
Se llevó la mochila y al mes emprende su viaje a la universidad, una vez en el autobús se percató de que no había empacado agua, su destino quedaba a tres horas de viaje, ve a los otros pasajeros tomando agua, pensó en pedirles, pero se negó a hacerlo porque es un objeto personal, se inclina en su asiento y murmura:
–Tengo demasiada sed, ojalá tuviera una botella de agua —Revisa la mochila y saca una botella de agua –Estaba segura que no tenía nada... Debe ser obra de mamá —Bebe agua.
Dejó sus cosas en su habitación en la residencia estudiantil, y al día siguiente comienza su segundo semestre en la universidad, pero por desgracia se le había olvidado el teléfono celular, en su celular estaba el horario y por lo tanto debía ir a la oficina para pedir la versión impresa, entra a la oficina y le explica al encargado, mete la mano en el bolso y se da cuenta que tenía su celular, el encargado la ve con una expresión de decepción.
–Olvídelo... ya encontré mi teléfono —Se va.
Después de clases pide un taxi, al poco tiempo un auto los choca y el chófer queda herido Aurora, ilesa, lo saca del vehículo, busca dentro de su bolso algo para limpiar las heridas y detener el sangrado, de la nada se topa con un botiquín de primeros auxilios bien equipado.
–Esto explica lo pesado que estaba ese bolso —Piensa mientras ayuda al taxista.
En cuestión de minutos la ambulancia se los llevó al hospital para tratar al taxista y asegurarse de que ella no sufriera algún daño ocasionado por el choque. Afortunadamente el conductor del taxi se salvó gracias a la acción inmediata de Aurora, y ella no tuvo ninguna herida. Regresó a la residencia y se puso a pensar de la aparición de aquellos objetos de manera misteriosa, se vuelve al bolso y se le queda viendo.
–Si este bolso es lo que creo entonces... Muy bien necesito un pastel de chocolate y chispas de caramelo —Lo abre y no hay nada –Tal vez comida no se vale, entonces unos guantes —Cierra y abre y no hay nada aparte de los útiles –A lo mejor sea cuando tenga una necesidad real —Lo deja en el piso y se acuesta a dormir.
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Aurora y la mochila de pandora
Художественная прозаAurora es una estudiante universitaria muy descuidada y olvidadiza. Un día entra a una tienda de antigüedades en la que se ve interesada en una mochila sin saber que dicha mochila le enseñaría una lección para el resto de su vida