El tiempo que nos separa

Capítulo 1: Rescate

El hombre que me había rescatado minutos atrás de un par de ladrones, y se ofreció a acercarme al lugar donde empezaría mis estudios universitarios, es el mismo que ahora está dándome mi primera clase de la carrera. 

Claramente es mayor que yo, pero luce con la frescura que cualquiera de mis compañeros debería de tener a nuestra edad. Es serio y usa lentes semi-oscuros y redondos, lo cual lo hace ver más interesante. Mientras camina de un extremo a otro dentro del aula explicando de lo que tratará su materia y curso, solo me percato de lo alto que es y la seguridad con la que anda, pero tampoco puedo dejar de pensar en el cómo terminó dándoles una paliza a aquellos hombres sin hacer un gran esfuerzo. 

Miwa, hasta ese momento, era la única alumna de la universidad de Tokyo que sabia que detrás de las prendas de ese hombre que aparentaba estar delgado, se encontraba un abdomen sumamente marcado, y se percató de ello esa misma mañana, mientras la defendía de aquellos ladrones. El físico que escondía no cuadraba con el tierno rostro de su ahora profesor y eso mismo lo convirtió en un hombre misterioso para ella. 

-Satoru Gojo -leyó la chica en su mente el nombre que había escrito el profesor en el pizarrón. Así se llamaba.

Ninguno de los dos hizo contacto visual con el otro durante las dos horas que duró la clase, cada uno actuó como si no se hubiesen conocido minutos atrás. Pero no fue algo que le incomodara a ella, al contrario supuso que era lo mejor, ya que sería extraño que aquel hombre la mirara o le hablara más que al resto de la clase o que incluso platicara sobre lo sucedido.

-No suelo tomar lista el primer día de clase, ni el segundo, ni el que sigue -la clase rió- en realidad no es algo que me interese, eso todo por hoy -finalizó el profesor con una sonrisa despreocupada.

Los alumnos se levantaban para ir a su siguiente clase en otra aula y Miwa fue la última en salir, ya que había tomado el asiento de más al fondo por llegar justo a tiempo, pero antes de que saliera, escuchó la voz del profesor.

-Oye tú

Ella volteó -¿si?

-¿Cuál es tu nombre?

-Kasumi Miwa...

-¿Miwa eh? -pronunció pensante el profesor- parece ser que vives cerca de mi casa, ¿no quieres que te lleve hoy cuando salgas?

Miwa no supo que decir enseguida, nunca esperó aquella propuesta y tampoco había visto a aquel hombre vivir cerca de su casa, lo cual se le hizo muy extraño. Pensó en que si se negaba se vería mal después de que la ayudó en la mañana, pero si le decía que sí posiblemente su profesor pensaría que era una chica despreocupada y cualquiera.

Mientras Miwa le daba miles de vueltas a eso al interior suyo,  el profesor se percató de lo indebida que había sido su pregunta y lo torpe que fue al proponer aquello en ese lugar y momento. 

-¡Tonto! -se dio una palmada en la frente-  vas a pensar que soy un pervertido  o algo por el estilo...

Miwa se puso roja y nerviosa de golpe- no no no, jamás pensé eso -contestó moviendo la cabeza de un lado a otro, tratando de eliminar los pensamientos que se le vinieron a la cabeza cuando el profesor mencionó aquello.

Satoru soltó una risa nerviosa mientras despeinaba  un poco su cabello- bueno, disculpa si sonó muy raro eso, pero mi única intensión es asegurarme de que esos hombres no regresen a por ti para vengarse de lo que yo les hice. 

Miwa se quedó sin palabras, aquel hombre había pensado en algo que a ella ni siquiera se le pasó por la mente, ¿Estaba preocupado por ella o simplemente no quería que sus acciones la afectaran? Por la respuesta que dio Satoru, aseguró que se trataba de la segunda opción. Cuando Miwa comprendió eso, finalmente asintió con la cabeza y se retiró con una reverencia a modo de agradecimiento. 

Satoru le sonrió tranquilo por haber resuelto el malentendido, pero Miwa por otro lado, se retiraba de su primera clase con el corazón agitado y con la curiosidad por conocer más de la vida de aquel hombre, ella era una chica con mucha capacidad para razonar lo que decían los demás y por la forma en que pensaba su maestro, llegó a la conclusión de que Satoru posiblemente vivía en un mundo violento.