La noche de Navidad

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Era 24 de Diciembre, el día antes de Navidad, un día especial para todas las personas en especial para los niños, el pequeño Sam no era la excepción, estaba muy emocionado de poder abrir sus regalos. En la noche, cuando se preparaba para dormir, sus padres le advirtieron "Santa Claus llegará esta noche y dejará tus regalos debajo del árbol, no debes bajar para intentar verlo, él castiga a los niños que se portan mal y tratan de hacer trampa", con esas palabras los padres de Sam le desearon buenas noches y procedieron a descansar.En medio de la noche un sonido extraño despertó al pequeño Sam, su curiosidad le decía que debía ir abajo a investigar, pero súbitamente recordó la advertencia de sus padres, estaba a punto de volver a dormir cuando de repente escuchó el sonido de campanas navideñas y a lo que parecía ser algo arrastrándose por su chimenea, Sam no pudo contener su emoción así que, ignorando a sus padres, fue a investigar. Sam bajó las escaleras haciendo la menor cantidad de ruido posible, no solo para evitar despertar a sus padres, sino también para intentar sorprender a su invitado. Cuando Sam finalmente terminó de bajar las escaleras dirigió su vista hacía el árbol navideño, entonces lo vio, ahí estaba él, un hombre enorme vestido de rojo y blanco sacando regalos de un gran saco, su barba era blanca como la nieve y espesa como un árbol navideño. Sam se acercó al gran hombre despacio, entonces éste se dio la vuelta, sus ojos hicieron contacto con los ojos del pequeño Sam, hubo un pequeño silencio, entonces el hombre de rojo sonrió y dijo "Feliz Navidad pequeño Sam, yo soy Santa Claus, me atrapaste colocando tus regalos", Sam se disculpó con Santa a lo que el propio Santa respondió con una pequeña risa "No te preocupes pequeño, pero ya que estamos, dime ¿Qué te parece si me acompañas al Polo Norte? Será una aventura navideña, sirve que me ayudes a recoger más regalos que mis elfos tienen preparados", Sam aceptó sin dudar y sin perder tiempo ambos subieron al trineo mágico de Santa y emprendieron vuelo rumbo al Polo Norte. Sam quedó sorprendido por la rapidez con la que llegaron al Polo Norte, finalmente descendieron y tomaron rumbo a la aldea de Santa, era un sitio enorme lleno de árboles navideños, renos mágicos y elfos que corrían de un sitio a otro transportando envolturas para regalos, madera, entre otras cosas. Ambos entraron a lo que parecía ser la oficina de Santa - "Ven por aquí, los regalos especiales los tengo guardados en la parte baja de mi oficina" - Dijo Santa, entonces ambos bajaron por las escaleras hasta llegar a lo que parecía una gran bodega, pasaron por una puerta metálica y llegaron a una zona oscura, sorprendente mente hacía más frío en esa zona que en el exterior del Polo Norte. El ambiente comenzó a tornarse pesado, un pequeño escalofrío recorría la columna vertebral de Sam, sus ojos se dirigieron lentamente hacía el rostro de Santa, su rostro había perdido esa sonrisa amigable que tenía hasta hace unos instantes, su expresión era turbia y seria, ambos siguieron caminando sin decir palabra alguna, Sam solo podía escuchar el sonido de sus pisadas. Finalmente llegaron a una habitación con una gran puerta roja, Santa abrió dicha puerta y dijo con una voz pesada - "Entra" -, Sam sin decir palabra alguna entró, estaba oscuro, entonces repentinamente una velas se encendieron dejando ver a Sam algo que jamás olvidaría.

A lo largo de la habitación había una enorme cantidad de niños amarrados con cadenas, algunos otros con cuerdas, otros de cabeza sobre las paredes y otros cuantos tirados sobre el suelo con las piernas destrozadas, un olor intenso a sangre y putrefacción hizo que Sam vomitara al instante, - "Este es el castigo para los niños malos, tus padres te advirtieron ¿Verdad Sam?" -, en ese instante Sam recordó la advertencia de sus padres "no debes bajar para intentar verlo, él castiga a los niños que se portan mal y tratan de hacer trampa", entonces Sam comprendió el peso de las palabras de sus padres. Santa tomó a Sam por su cabello y lo arrastró por el suelo llevándolo hacia una cadenas, entonces amarró a Sam dejándolo suspendido en el aire, estando sujeto por piernas y brazos, Santa se quitó sus guantes dejando ver sus horribles manos, aquellas eran unas manos cubiertas por heridas y con uñas largas y afiladas las cuales clavo en el brazo de Sam, entonces comenzó a desgarrar su piel, Sam gritó como jamás lo había hecho, comenzó a pedir disculpas a Santa suplicando que lo dejara regresar con sus padres, esa acción solo hizo enfurecer a Santa el cuál lo golpeó en el rostro y luego en el estomago con una fuerza brutal - "NO COMPRENDES PEQUEÑO HIJO DE PUTA, NO TE IRÁS DE AQUÍ JAMÁS, TE LO DIJE, AQUÍ ES DONDE GUARDO LOS JUGUETES ESPECIALES Y AHORA ERES UNO DE ELLOS, SERÁS MI PUTA POR EL RESTO DE TUS DÍAS"- Santa gritó enfurecido mientras seguía golpeando a Sam una y otra ves, mientras perdía la conciencia Sam lo supo, aquel hombre al que había admirado, aquel hombre bonachón al que todos los niños quieren, no era más que un enfermo sádico, un enorme trozo de mierda, Sam supo que no volvería a ver a sus padre y, que aquella advertencia no era con un tono alegre o juguetón, sino con miedo, porque sus padres y todos los adultos sabían la verdad, sabían que aquel llamado Santa Claus era un ser siniestro, un depravado, pero nadie jamás fue capaz de detenerlo.

Sam fue torturado por Santa todos los días, Santa estaba emocionado por su nueva adquisición, rompía los huesos de Sam, le arrancaba dedos, trozos de cabello, lo quemaba con hierro al rojo vivo, incluso lo violó múltiples veces de formas horribles y enfermizas, siempre drogándolo para evitar que se desmayara por el dolor, después de un año de tortura Sam comenzó a desear algo, solo una cosa, implorando que su deseo se concediera, aquello que más deseaba Sam era morir, pero al mismo tiempo ya nada le importaba, sabía que Santa no lo mataría, lo comprendió al ver que los otros niños seguían con vida - "Este mal nacido no me va a matar.... él no rompe sus juguetes... lo se perfectamente...ahora soy su favorito.... quiero morir..... quiero morir..... ¿este es mi castigo por bajar las escaleras cuando no debía?....siempre creí en ti.... pero ahora me doy cuenta.... claro... tu no eres Santa... eres algo más.... eres el anti cristo en persona...... Dios, si me estas viendo, si escuchas mis pensamientos, espero que mueras, mal nacido hijo de perra, cuando muera espero poder ir al cielo... solo para poder cortarte la cabeza con mis propias mano y cagarme sobre tu cadáver... y eso es poco para remediar el que hayas puesta a semejante bestia en nuestro mundo.... ya pasó un año, es navidad otra ves." - Fue lo que Sam pensó antes de decidir morder su propia lengua tratando de morir desangrado..... es una pena que su plan no haya funcionado.

El horror de la navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora