Único

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Sus días eran excesivamente cansados, llegaba exhausto del trabajo y sus ojeras eran cada vez más pronunciadas. Por ello luego de dos años de dedicación a la empresa decide retirarse. No lo piensa mucho cuando también toma la decisión de irse a vivir a Francia; París, su país de ensueño.

Era un chico romántico y detallista, ir a París le hacía ilusión a conocer por fin el verdadero amor y el verdadero arte, recibió el pago por sus años trabajando y con dinero ahorrado dio riendas sueltas a su pequeño sueño frustrado.

Al principio tendría el dinero para durar dos meses cómodo, en ese tiempo debía encontrar un empleo que lo ayudara a mantener una vida libre en ese lugar. Mucho antes de renunciar ya tenía algo planeado, no fue una decisión a la ligera, había querido eso hace mucho tiempo que hasta aprendió el idioma, algo machucado pero hablaba y podía entender el francés.

Al principio solo lo hizo por diversión y matar sus ilusiones al ya saber aunque sea el idioma, era bueno en eso de aprender fácilmente también sabía inglés. Ahora luego de tanto pensarlo estaba apunto de abordar al avión.

Viviendo en Corea pudo aprender y ser alguien decente, respetuoso y talentoso. Hablaba tres idiomas, sabía cantar y tocar instrumentos, era buen cocinero y tenía cierto entusiasmo por el arte así que también tenía dones de saber usar tanto un pincel como un lápiz para crear una obra de arte y era un chico que a sus veinticuatro años se dedicaba de lleno al ejercicio.

Tenía un lema muy importante para él. "Mi cuerpo, mi templo" por nada su cuerpo estaba como estaba, pese a eso no se sentía una persona hermosa físicamente solo algo simpático, era tímido y hablaba solo lo debido, eso si era muy amable con todo tipo de gente.

Un ser perfecto para conocer las calles parisinas, lo único que temía era no conseguir al hombre ideal porque si, era homosexual y no lo ocultaba. Sin embargo sabía que seria algo notable por sus gustos y forma de ser. En realidad ser cursi y demasiado empalagoso no tenía nada que ver pero él creía que si.

—Bienvenidos a bordo al vuelo vía a Francia; París, lugar donde reina el amor, el arte, la moda y cultura. Espero que su estadía allí sea de su agrado, por ahora preparence para el ascenso.— hablo la azafata parada en el costado de una puerta con un altavoz en manos. En cuestión de segundos el avión se puso en marcha dándole inició a sus largas horas ahí.

Él observo como poco a poco iban cada vez cobrando vuelo y las cosas se veían pequeñas, hasta que simplemente dejo de ver y al sentirse un tanto mareado prefirió dormir.

Luego de horas, una azafata lo despertó para que comiera y se hidratara, estaban estabilizados y era de noche, podía ver las nubes del cielo y los demás comer cómodamente como él. Después vio una película que cuando termino él ya estaba dormido de nuevo. Y era lógico, estaba empezando a recobrar todos esos es trasnochos.

Al siguiente despertar de la azafata le recibieron con un desayuno francés muy bueno.

—Quedan aproximadamente dos horas para el descenso a la capital.— comunicó la azafata con el altavoz. El nerviosismo y la calidez en el pecho de Jungkook incremento, habían salido a las siete de la noche y ahora eran las siete de la mañana, llegarían a las nueve y el tiempo estaba pasando velozmente.

Se distrajo con una película pero de igual manera no paraba de pensar en lo que sería su nueva vida, antes del viaje había alquilado una pequeña habitación poco costosa y allí viviría hasta que decidiera mudarse o algo. Eso lo tenía en calma, también el idioma, lo que le tenía así era que no conocía absolutamente a nadie, era normal estar así.

Un sueño hecho realidad➢Kookmin©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora