Contigo hasta el más allá...

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Cansado.

Extrañamente, Sesshomaru se sentía cansado o mejor dicho, extenuado. A lo largo de toda su extensa existencia, muy contadas veces en su vida había llegado a experimentar ese patético estado. A diferencia de los humanos y otras frágiles especies, él no se agotaba con facilidad. Era natural, después de todo, al ser un ser tan superior no podía verse afectado por cosas tan nimias. Sin embargo, esta vez era diferente...

La sangre que emergía a través de le herida que había perforado su pecho, iba manchando el suelo cubierto de nieve perlada con su avance, dejando así una especie de alfombra roja detrás de él.

Por más que quisiera volar hasta su Rin, no podía. Ya no tenía energías para eso, las consecuencias de la ardua batalla y su herida, habían hecho estragos en su persona. Es más, al paso que iba, el ya no podría ni siquiera seguir respirando en este mundo. No obstante, eso no le preocupo. Su verdadera angustia devenía por Rin.

Ella había sido lastimada también.

Curiosamente, su endeble mujer humana se había convertido en una fiera guerrera con el transcurrir de los años. Que no la malinterpretasen, a Rin nunca le gusto la violencia y hacia todo lo posible para rehuir de ella. Y para su dicha, había descubierto que muchas batallas podían eludirse si se pronunciaban las palabras adecuadas. Si conseguía evitar un baño sangre mejor para ella. Sin embargo, con el transcurso incesante de los cuatro estaciones comprendió, que no siempre los problemas podían resolverse a través de esa pacífica manera. Lamentablemente, existían casos en los que no había otro camino más que la violencia.

''Aprendí que de vez en cuando, es mejor convertirme en una mujer violenta que ponerme el manto de la no violencia para encubrir la impotencia''

Le había dicho ella en una oportunidad con una sonrisa forzada. Nunca antes, Sesshomaru había sentido tanta pena por ella. Se notaba a leguas que le desagradaba a más no poder, adentrarse en semejante papel. Él no deseaba que Rin tuviera que hacer tales cosas. Pero el problema radicaba en que él no siempre podría estar ahí para ella. Por más que no quisiera separarse de su lado, a veces por obvias razones de la vida tenían que alejarse. La realidad, es que no existe ninguna pareja que pueda pasar las veinticuatro horas del día, los días de la semana y los trecientos sesenta y cinco días del año juntos.

''Señor Sesshomaru, una mujer no debe depender de la protección del hombre, sino que debe aprender a protegerse por sí misma''

Prosiguió ella con su dulce y melódica voz al percibir su sentir.

Era increíble como había crecido su Rin con el pasar del tiempo...

Y de repente, Sesshomaru perdió el equilibrio al sentir un gran desnivel en el terreno. Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no notó que adelante suyo había un empinado descenso. El pie del gran demonio resbaló y acabó cayendo sobre su espalda, deslizándose cuesta abajo. Una franja de sangre mancho la blancuzca nieve a medida que iba descendiendo. Finalmente, su cuerpo se detuvo en seco al llegar nuevamente a una superficie medianamente plana. Sesshomaru intentó inmediatamente de ponerse de pie. Sin embargo, se halló con un pequeño problema.

Ya no tenía las fuerzas ni para levantarse.

Sesshomaru volvió recostar la espalda contra la empinada cuesta. Nunca antes, se había sentido tan frustrado en su vida.

Levantó su ámbar mirada hacía el frente. A un par de metros más allá, lo que quedaba era un precipicio. Alzó un poco más la vista; a lo lejos, se veían los picos de la cordillera montañosa que se extendía por todo lo largo del paisaje. El oscuro cielo que propiciaba la noche, comenzaba aclararse poco a poco para darle paso a un nuevo día. Y luego, un particular recuerdo con Rin vino a su mente. Quizás, aún tendría tiempo para contemplar ese último amanecer. Como le habría gustado hacerlo una vez más, con su amada esposa humana.

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