Parte Única

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Ohm es el cliché que todo estudiante quisiera tener en las aulas. Es alto, atractivo, inteligente, amable, divertido y soltero. Tiene la típica personalidad misteriosa que atrae por naturaleza a cualquiera y, por si eso no fuera ya suficiente, es dueño de ese tipo de sonrisa en el rostro por el que las portadas de revista serían un éxito.

Casi puede ser descrito como perfecto, sino fuera porque es, PARA ADMIRAR.

Así es, para admirar es lo que está escrito a un lado de su descripción en la desgastada libreta que las chicas desquehaceradas y ridículas de su salón se la pasan llenando con el nombre de todos los chicos de la universidad, como una especie de recopilación de cada hombre que pisa el instituto con todas sus virtudes y defectos.

Según aquella biblia que se pasa de mano en mano a cualquiera que quiera ver el repertorio, Ohm Thitiwat es sólo para admirar.

Y, aunque a Ohm le parece ridículo todo el asunto, sonríe cada vez que alguna ingenua le chismea acerca de su descripción en la libreta con tal de un poco de su atención.

Es cierto. Ohm nunca ha salido con nadie de la universidad... En realidad, no ha salido con nadie en la vida entera.

A sus 23 años, Ohm todavía no ha experimentado las maravillas de, simplemente, tener una pareja. Y no se siente mal con ello.

Aunque todo al que le cuenta se burla y lo tacha de anticuado o, como las chicas lo llaman, de escultura en un museo, Ohm Thitiwat es un romántico empedernido.

No sueña con follarse a la chica más linda, ni con escribir una lista de todos los chicos que le han dado su número, él quiere algo más que todo eso.

Sueña hasta el cansancio con un romance como los que suele leer en las novelas adolescentes, esas en las que los protagonistas se enamoran a primera vista, pasan por momentos mágicos que les hacen sentir mariposas en el estómago y viven felices para siempre en una hermosa y muy humilde mansión con auto, perro y mayordomo incluidos.

Y, en su cabeza al menos, está a nada de lograrlo si se atreve a hablarle a su enamorado secreto, a ese muchacho que, mientras él se sienta al fondo a dedicarle suspiros, él se sienta al frente listo para contestar a las preguntas de la clase.

Fluke Natouch.

O como lo llama desde propedéutico: Fluke, el amor de mi vida, Natouch.

Puede ser exagerado, y hasta un poquito obsesionado si lo piensa, pero no lo hace. No señor, cuando se trata de Fluke, Ohm no piensa, sólo siente y, con eso, le basta.

¿Podía ser diferente? No. Fluke brilla ante sus ojos como vampiro con purpurina bajo el
sol llamando su atención. Es más bajo que él, pero su personalidad encantadora, su cabello negro trenzado y su risa contagiosa lo hacen más notable que él, aunque tuviera la altura de un poste de luz.

Nadie lo juzga, especialmente, porque nadie lo sabe.

Desde el primer día en el que entró al plantel y lo vio ahí, de pie bajo el sol en una larga fila para entrar al auditorio en el que le darían la bienvenida a la universidad, con esa sonrisa que le provocaba un calorcito en el abdomen y le ponía los vellitos de punta, lo supo.

Cual protagonista de telenovela antes de enterarse de que su príncipe es hijo de la familia imposible, él ha caído rendido a los pies de Fluke... Literal.

Porque claro, ningún protagonista de comedia romántica alcanza el triunfo sin pasar primero por las humillaciones, y la primera de Ohm, había sido caer de bruces en frente de su futuro esposo justo cuando iba a presentarse y ofrecerle ir por un café, sí, un café a medio día bajo el sol. Quién sabe, puede que su destino fuera humillarse de una u otra forma.

Stack of books [OhmFluke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora