Cuando fallece alguien a quién amas vienen a tu mente tantas preguntas, todas y cada una de ellas inicia con un "¿por qué?", han pasado casi 10 años de tu partida y aún no tengo respuesta a ningún "¿por qué?" pero casi todos los días te extraño a pesar de que sin querer he olvidado como era tú voz o las facciones de tu rostro.
La muerte de una persona a quién amas mucho te rompe de todas las formas posibles pero te arma a partes iguales, a pesar de que han pasado casi 10 años, hace muy poco tiempo dejé de cuestionarle a la vida las razones de tu partida, ahora puedo sonreír mientras hablo sobre ti y de las cosas que me enseñaste.
Aceptar no ver en tus ojos cuán orgulloso estás de mí sigue siendo una de las tantas cosas que duelen, pero es tu recuerdo el que me levanta cuando ya no quiero continuar, es tu recuerdo el que me da ganas de ser alguien mejor, es tu recuerdo el que de alguna forma me da libertad.
Perdemos a esa persona que amamos una sola vez pero este suceso trae muchas enseñanzas y golpes de la mano, la verdad es que quiénes estamos aquí consientes de nuestro entorno y llenos de recuerdos resistimos y luchamos para seguir adelante con la única ilusión de que en un largo o corto lapso de tiempo nos podamos reunir con esa persona que tanto nos hace falta.
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