1.Mentiras

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Es la noche de la fiesta de La Quema del Quish, en la cual los niños bailaban alrededor de la hoguera sin preocupaciones y los aventureros que pasan por allí contaban historias para hacer reír y entretener tanto a los adultos como a los mas pequeños.

Todos preparaban la hoguera con alegría y con mucho esmero, todos deseaban pasarlo genial aquella noche. Sobre todo los adultos, pues tenían una buena reserva de el mejor jhokma ( una bebida alcohólica creada con diversas plantas medicinales) del país

- ¡Chicos, venir aquí vamos a encender la hoguera! - Gritó uno de los adultos presentes con gran alegría.-

- ¡ Wiiii ! - Respondieron los muchachos corriendo y saltando, algunos impacientes, otros nerviosos y otros con miedo a las llamas.-

Uno de los niños presentes encendió el fuego y dio comienzo el festival. Los niños saltaban y bailaban, los adultos reían y bebían, pero faltaba algo, algo de lo que nadie se dio cuenta hasta bien entrada la noche.

- ¿Oye, no creéis que falta algo... no sé alguien que cuente una historia? - Comentó uno de los niños, al fin.

- Tienes razón chico, se nos había pasado por alto ese detalle. Y bien, ¿ alguien tiene alguna historia que contar ?

- Yo tengo una buena historia que merece ser contada, solo si me permitís tomar un poco de ese jhokma que tan buena pinta tiene. - Respondió una silueta entre las sombras.

- ¿¡ Qué !? ¿ Quien eres y de donde has venido caminante ? - Respondió alarmado un joven.

- No soy mas que un humilde viajero que lleva una gran historia a sus espaldas que merece ser contada antes de que lo maten. Y tú, ¿ quien eres?

- Mi nombre es Vanil, pero puedes llamarme Van a secas; y mas te vale que sea cierto lo que dices, aparecer de entre la nada no trae mucha confianza ¿sabes?

- Sí, soy consciente de ello, solo quería que mi entrada en escena fuera un pelín dramática.

Al salir de las sombras, se vio su cuerpo, un cuerpo huesudo y lleno de músculo y cicatrices desde la cara a los brazos, entre las más destacadas se veía claramente una de un corte que se trazaba de sien a sien, pasando por los ojos, unos ojos verde pálidos que parecían sacados de un cuerpo de hadas; que junto con su pelo negro que llegaba hasta los hombros de forma sorprendente lisa creaban una cara insólita . Su sola presencia parecía intimidar a todo el que tuviera cerca. Pero no se debería judgar a un libro por su portada.

- Bueno, me caes bien, puedes sentarte alrededor de la hoguera con nosotros si sigues con ganas de contar esa historia.- En el rostro de Vanil se apreciaba un atisbo de suspicacia-.

- ¡Por supuesto que sí! - Dijo el hombre tomando asiento.

- Bueno señor desconocido, ¿ como se llama usted ? - Preguntó Vanil.

- Yo no tengo nombre, o al menos no uno oficial como los demás, yo no tuve padres que me dieran un nombre.

- ¡ Eso es terrible ! ¿ Cómo pudiste vivir sin nadie a que te cuidara ? - Preguntó una de las niñas.

- Eso y muchas otras cosas es lo que he venido a contar, chiquilla. Razón no te falta, mi vida ha sido terrible pero gracias a todo lo que he pasado he llegado a ser lo que ahora soy, … -lo que nadie sabe que soy, pensó, mirando fijamente al suelo- Si no os importa creo que antes de contaros mi historia creo que me vendría bien dormir un tiempo, llevo viajando muchos días y en todo el viaje es la primera vez que veo a alguien mas o menos hospitalario.

- Pues claro que si, al fin y al cabo es el primero día y la fiesta dura toda una séptima, puedes quedarte el tiempo que desees, tenemos una casa cerca de aquí. Si lo que quieres es descansar cuanto antes eres libre de ir a dormir – Mostró las llaves de la casa en la palma de su mano con una sonrisa dulce, digna de un niño pero rara en un adulto- Venga no te quedes ahí parado, elije, te quedas de parranda o te vas a dormir cual gatito indefenso.

Luna CrecienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora