𝐈ᴍᴘᴏsɪʙʟᴇ || Rubegetta [Terminada]

•Vlll•

Narra Akira.

Un año antes del gran momento...

"... Sostengo nuestras miradas con un deje de tristeza y trago con fuerza.

Le sonrío débil y con el veneno en mi lengua mientras mis párpados pesan y sostengo su rostro con mis manos temblorosas. Mi pecho se contrae al sentir su calida piel sobre mis frías palmas.

— Sabía que te faltaba algo para completar esa fachada que tienes...

Digo en un hilo de voz, intentando no sonar tan cruel, una lágrima raspa mi mejilla, y sonrío de una manera falsa y triste acariciandole con una horrorosa lentitud.

—... Y era él... No yo.

Le suelto despacio, como si no quisiera dejarlo ir, y camino dos pasos largos hacia atrás.

Le miro por última vez.

Dirijo mis ojos por sus piernas y me doy cuánta que su postura irradia seguridad, sus brazos bajo su camiseta negra ajustada, cómo a él le gustan, solo intento recordar la última vez que le abracé con sinceridad... Solo intento recordar la última vez que nos abrazamos, con sinceridad... Y no, no lo recuerdo.

Finalmente reparo en su hermoso rostro. Su piel tiene un color miel muy brillante, al igual que sus perlas violaceas. Su sonrisa es tan delicada, tan perfecta, que ilumina la habitación. Y termina de arrebatarme la mía.

Me muerdo el labio inferior, agarro mi maleta blanca y camino hacia la salida.

— Solo espero que sean muy f-felices...

Termino la oración con un pequeño sollozo que me destroza por dentro.

Y salgo corriendo de esa enorme mansión, huyendo de alguien que ni siquiera me estaba persiguiendo."

-›♡‹-

Dos días antes del gran momento...

"... — Ese idiota, engreído, bueno para nada...

— ¿Por qué peleaste con Vegetta?. - Dirijo el paño con hielos al labio partido de Guillermo y le doy a penas unos cuantos toques para que la piel caliente se acostumbre al frío.

Finalmente le apoyo por completo escuchando una leve queja del contrario.

— Me puso una puta orden de restricción...

Suspiro con pesar y dirijo mi mirada hacia Mangel, rodando los ojos al ver que estaba con su celular.

— Miguel... - Llamo con toda delicadeza posible y le sonrío señalando con la cabeza a Willy. -... ¿No teníamos algo para decirle a Guillermo?.

- Oh, si, si... Nosotros... Nosotros tenemos un plan contra Vegetta.

- Corrección... Yo tengo un plan. - Continué sonriendo con dulzura y guíe la mano de Willy hacia los hielos envueltos en una tela rosada, un poco opaca al mojarse con el agua.

— Queremos matar a Rubius.

Volvo a hablar, bajo la mirada nerviosa de Mangel clavada en mi nuca.

— ¿Y lo dices así como si nada?.

— Él me arruinó la vida... No, nos arruinó la vida... A los tres... Cómo sea, cariño hay que hacerlo, si matamos a Vegetta será peor para todos, pero si muere Rubius, a nadie más que a Samuel le afectará... - Willy guía su mirada verdosa a las grises perlas de Mangel a sabiendas de lo que sentía el pequeño por Rubén. -... ¿Verdad, Miguel?. - Le miro sobre mi hombro, con un deje de seriedad.