Eres especial ¿he?

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Mingi siempre había sido un poco diferente.

A diferencia de los demás chicos, él no era del tipo que le apasionaran los deportes o los videojuegos, de hecho, prefería ver un desgarrador drama que una película de acción y no es como si estas actividades fueran exclusivamente de mujeres, pero es que en un mundo donde todo está dividido por género, no tenía mucho que hacer en realidad. El mundo le había hecho creer que lo que hacía no era considerado muy varonil, y Mingi estaba bien con ello, no quería ser considerado varonil, quería ser feliz.

Pero la diferencia más grande que mantenía Mingi con respecto a otros chicos, y de hecho con el resto de las personas, era que tenía la habilidad de hacer realidad pequeños milagros.

El primer recuerdo que tiene fue a la edad de 5, cuando él realmente quería una figura de acción de su saga favorita a la cuál su madre se había negado a comprar, pero cuando estuvo de regreso en su hogar al abrir la puerta de la entrada la figura de acción apareció en medio una pequeñita centella dorada.

Su madre lo miró sorprendida, juntando las piezas de un posible rompecabezas, mientras veía a Mingi lanzarse hacia el juguete que había deseado profundamente, chillando de alegría. Ella se recompuso, lo tomó en sus brazos y le dio una de las sonrisas más grandes que Mingi alguna vez haya visto.

–Supongo que eres especial, ¿he? –murmuro suavemente.

Después del pequeño "accidente" con la figura de acción nunca se volvió a hablar en voz alta sobre la pequeña habilidad que poseía. Excepto por esa vez, cuando su hermano irrumpió en su habitación y comenzó a divagar sobre cómo Mingi era parte de los X-Men durante su fase de lector de cómics.

Pero aparte de esos pequeños inconvenientes, la vida de Mingi fue tan normal como solo la vida puede ser.

No es que Mingi pueda hacer algo completamente fuera de lo común; él mismo no puede hacerse ganar la lotería. Sin embargo, la panadería cercana a su departamento siempre tiene un croissant de chocolate recién salido del horno y completamente listo para cuando él y su madre lo visitan, lo que, en realidad para Mingi, era como ganarse la lotería.

Pero hay momentos en los que Mingi deseaba tener poderes de mago en lugar de esa extraña magia de nivel tan pobre. Especialmente durante la temporada de exámenes. –¿Estás seguro de que no puedes simplemente sacar buenas notas para los dos? –San estaba haciendo pucheros en medio de su sesión de estudio en el apartamento compartido con su mágico amigo. Mingi puso los ojos en blanco mientras pasaba a la siguiente página de su libro de texto, –Te dije mil millones de veces Sannie, esto no funciona así, de lo contrario, ni siquiera estaría en la escuela, podría estar en Bali relajándome en la playa.

San rodó los ojos –¿Cuál es el punto de tener un compañero de cuarto mágico si sus poderes son tan anticuados?

–Recordaré tus palabras la próxima vez que pierdas algo y me pidas que haga mis poderes anticuados para que aparezca de nuevo, y yo no soy ningún ser mágico –murmura Mingi en voz baja.

–¿Qué es eso? –San pregunta, balanceando un lápiz en su nariz.

–Nada –contesta.

Era extraño que alguien ajeno a su familia conozca su "peculiaridad", paso toda su secundaria siendo invisible bajo el radar, nadie lo noto. Pero supuso que vivir con San los últimos dos años tendría que levantar al menos una que otra sospecha sobre su comportamiento particularmente diferente. Sin embargo, a pesar de sus pensamientos, fue realmente sorprendente cuando San se le acercó un día y le preguntó si había estado en Hogwarts.

–¿Qué me delató? –le había preguntado a San después de explicar por milésima vez que no, no poseía una varita mágica, si, poseía algo de "magia", pero no funcionaba como lo veía en las películas, era más como una pequeñita chispa de color dorado que le permite hacer un poco más que el ser humano promedio. Aburrido, en realidad.

call me anytime ⋆ minjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora