Capítulo 1 [ed]

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El plan debía salir bien, aquella furgoneta que nos debía de transportar no debía llegar a su destino. No, porque escaparíamos antes.

Abigail, Henry y la otra conductora que nos acompañaba observaban disimuladamente como estaba consiguiendo penetrar los grilletes que aprisionaban mis manos. El cristal que era capaz de crear estaba consiguiendo dar de sí el hierro que cubría mis manos hasta poco debajo de mis codos. Solo faltaban mis muñequeras.

Clack. Rotos, así se encontraban los grilletes. Antes de que el metal tocase el suelo los cogí con una de mis redes. Alcé la mirada hacia Abigail y asentí, hice lo mismo con Henry y la otra conductora.

Entonces Henry lanzó una bomba de humo cegando y confundiendo a los agentes del D.U.P. que iban en los asientos delanteros. 

Por mucho que lo intentó, el piloto, no pudo retomar el control del vehículo. La furgoneta empezó a derrapar y a dar tumbos. De un momento a otro el coche blindado que nos llevaba dio media vuelta de campana y quedó en el suelo de medio lado. 

Estaba un tanto mareada, desorientada más bien. Un agudo pitido resonaba en mis tímpanos, una Abigail con un pelo rosa bastante desgastado me vociferaba, logré entenderla mas aún seguía con la cabeza algo entumecida.

- ¡Ashe! ¡Vamos Ashe! ¡No podemos quedarnos aquí, el D.U.P. vendrá en cualquier momento!

Henry ya había salido y la otra conductora estaba prácticamente inconsciente.

- Estoy...estoy bien. Sácala de aquí.- señalé a la rubia con la mirada. - Sácala de aquí, te sigo en un minuto.

- Ashe.

- Abigail.

Abigail chistó y me miró intentando no verse demasiado preocupada. Tras un breve duelo de miradas negó con la cabeza para ella misma y salió de la tumbada furgoneta junto a la otra joven cargada en su hombro derecho.

- ¡Más te vale volver! ¡No podré limpiar Seattle sola!- me gritó antes de salir de la zona lo más rápido que pudo.

Sonreí de manera melancólica. Salí de la furgoneta, el sol rozó mi piel. Suspiré y puse tras mi oreja un mechón de mi antinatural verde cabello.

A unos cuantos metros pude ver a Henry hablando, discutiendo acaloradamente más bien, con un chico de gorro rojo. Pude observar como el chico tomó de las manos a Henry y durante unos segundo empezó a brillar.

- ¿Qué cojones?- empecé a correr hacia ambos.

En menos de lo que pude analizar el par había salido disparado. Henry estaba tirado en el suelo y ahora yo también, el tipo del gorro había caído sobre mí.

- Agh...- se quejó el chico mientras sostenía su cabeza.

- Dice quien ni siquiera a tocado el suelo.- al ser consciente de la situación se levantó de golpe.

- ¿Otra biote- 

- Chs, chs, chs. Conductora. Bioterrorista es una palabra muy fea.‐ dije mientras fruncía levemente el ceño.

- Oye, siento interrumpiros pero yo me voy, y tú.- me señaló. - Deberías hacer lo mismo, Augustine no tardará en llegar con sus perritos falderos.- dijo Henry.

- Oye, oye, tú no te vas hasta que soluciones esto.- señaló sus manos las cuales expulsaban humo.

- Lo siento chaval pero este no es momento para hablar.- salió corriendo.

- No, no, no.- le lanzó sin ser consciente una ráfaga de bombas de humo.

Tras varias ráfagas pude ver cómo su expresión había cambiado. Estaba sumido en la ansiedad.

- No puedo. ¡No puedo pararlo! ¡No sé controlarlo!

- Mierda.

De repente un hombre no mucho mayor que el del gorro y vestido de policía apareció, lo ignoré y rápidamente me acerqué al castaño y le tomé de las muñecas, apuntando sus manos hacia arriba.

- Vale, mírame y respira. No pasa nada, todo está bien.

- ¡Hey! ¡Suelta al chico, bioterrorista!- desenfundó la pistola y empezó a apuntarme con ella.

Con un rápido movimiento de muñeca le lancé una red y cayó al suelo, estaba pegado al suelo.

- Tranquilo, está vivo. ¿Andas mejor?

Sin decir nada asintió con la cabeza. Lo miré por encima del hombro y observé al que parecía jefe de policía.

- ¿Le conoces?-

- E-es- se aclaró la garganta. - Es mi hermano, Reggie.

- Ajá.- Mientras decía aquello creé un cristal bastante afilado y me dirigí a Reggie.

- ¡No te acerques, soy policía!

- ¿Prefieres que te deje pegado? Mis redes son bastante resistentes y a excepción de que seas capaz de crear el material del que están hechos mis cristales podrías tirarte días aquí.- se creó un silencio que duró un par de segundos. - Eso mismo pensaba.

Corté cuidadosamente la red y posteriormente me deshice del cristal.

- Bueno, ¿cómo te llamas tú, chico del gorro?- miré al castaño.

- ¿Enserio?- dijo Reggie.

- Delsin, Del para ti.- me giñó un ojo mientras decía aquello.

- Míralo, y pensar que hace menos de un minuto estaba en pleno ataque de ansiedad.- reí burlonamente.

inFAMOUS. la otra historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora