–Ya... sí, bueno...– evito darle más explicaciones – Bueno, lo dicho. Encantada y muchas gracias por todo – me despido y al dar el primer paso, tropiezo contra la pata de la mesa y pierdo el equilibro. Por suerte, él tiene más reflejos que yo, y con un ágil movimiento se coloca frente a mí evitando que me caiga, quedando mi cara pegada a su impoluta camisa blanca.
–Alguien debería acompañarte a casa. No puedes salir de aquí en este estado. Podrías hacerte daño.
–Oh– me aparto de él como puedo, no sin antes protestar mentalmente. Huele de maravilla y su duro torso parece estar hecho para mí– Ha sido solo un traspié... –sin poder evitarlo, mis ojos vuelven hacia su pecho con anhelo y lo veo –¡Mierda! – Exclamo de pronto al darme cuenta y me mira extrañado–¡Te he manchado! –Meto rápidamente la mano en mi bolso y saco un pañuelo –Deja que te lo quito – no puedo creer que después de lo que ha hecho por mí, le haya arruinado su preciosa camisa con mi carmín.
Comienzo a frotar y mi nerviosismo aumenta al ver que la mancha lejos de desaparecer, se extiende aún más. No dándome por vencida, sigo restregando una tela con la otra y por momentos empeora más.
–Emm, creo que deberías dejarlo – alzo la mirada cuando me habla y veo una mueca seria en su rostro –. Me temo que la mancha así no saldrá...
–Dios mío... lo siento... ¡Lo siento! – Los efectos del alcohol anulan mi autocontrol y al ser consciente del desastre, me cubro la cara y comienzo a llorar como una niña pequeña. No recuerdo haber pasado tanta vergüenza en mi vida.
–¡Rebecaaa! –Oigo a alguien gritar mi nombre, pero estoy tan compungida que no me molesto ni en mirar –¿Qué le has hecho a mi amiga? – Grita cuando llega hasta nosotros y rápidamente sé de quién se trata. Lola por fin ha regresado. Se coloca delante de él y viendo que no dejo de llorar, vuelve a increparle – Si se te ha ocurrido ponerle un solo dedo encima..., te vas a enterar. ¿Me oyes? – Lo amenaza y tengo que intervenir.
–¡No me ha hecho nada! – Exclamo por fin advirtiendo que cada vez está más cabreada–. Únicamente me ha ayudado. Lo que tú no...
–¿Qué coño te ha pasado en la cara? – Lejos de darle importancia a mi indirecta, frunce el ceño y me señala –¡Pareces un jodido oso panda!
Tras la ocurrencia de mi amiga, y aunque intenta mantener las formas, Kyron no puede aguantar más y comienza a reír a carcajadas llamando nuestra atención. Las dos le miramos extrañadas y podemos observar el apuro en su cara. Por más que lo intenta, las lágrimas lo delatan y es incapaz de contenerse.
–Oye... ¿Y el pivonazo quién es? – Me pregunta Lola en un susurro aprovechando que Kyron sigue luchando contra su ataque de risa.
–Realmente no lo sé. Un tipo vino a molestarme antes y él me lo quitó de encima.
–Disculpad, señoritas. Lamento lo que acaba de ocurrir– expresa sofocado y las dos lo miramos a la vez –. No pretendía... – reprime otra carcajada al tiempo que se excusa –. Es solo que no esperaba...– aprieta los labios para evitar que le ocurra de nuevo –, entiendan que no esperaba oír una frase como esa... –puedo ver cómo sus ojos se encharcan, pero logra mantener las formas–. Tú debes ser Lola, ¿verdad? La amiga de Rebeca.
–Sabe mi nombre – vocaliza en mi dirección–. Sí – carraspea seria mientras se pone recta – Soy Lola. Es un placer.
–Yo soy Kyron, el placer es mío– se toman las manos.
–¿Kuron? ¿Qué clase de nombre es ese?
–Kyron – la corrige.
–Eso, Kuyron.
![](https://img.wattpad.com/cover/256743594-288-k757170.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Pacto de silencio
RomanceRebeca, en un nuevo intento por superar su reciente ruptura, entra a un pub de copas con su amiga, y sin saberlo, conoce allí al gran Kyron Goumas. Uno de los diez hombres más ricos e influyentes de Grecia que está de negocios en la ciudad. Arrogan...