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Harry y María Potter son unos huérfanos que viven con sus detestables tíos, los Dursley y su repelente primo Dudley. Se acerca su undécimo cumpleaños y tienen pocas esperanzas de recibir algún regalo, ya que nadie nunca se acuerda de ellos. Sin embargo pocos días antes de su cumpleaños, una serie de misteriosas cartas dirigidas a ellos y escritas con una estridente tinta verde rompen la monotonía de su vida. Harry es un mago, María es una bruja y sus padres también lo eran...

PRIVET DRIVE #4

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Una noche, frente a una calle en el Valle de Godric Hollow se encontraba un gato negro esperando, mientras que de las sombras emergió una persona cuya apariencia era vieja y algo desgastada, vestía con un ropón morado y tenía una blanca y larga barba, dicha persona también considerada como mago saco un pequeño artefacto de su túnica parecido a un encendedor de plata, lo abrió, lo sostuvo en lo alto y lo encendió, la luz más cercana se apagó con un leve estallido, lo encendió otra vez y la siguiente farola quedó a oscuras, doce veces hizo funcionar el apagador, hasta que las únicas luces que quedaron en toda la calle fueron dos puntos lejanos.

Un gato maulló y el mago se dio cuenta.
-debo suponer que ya estaría aquí...profesora McGonagall---dijo el mago

Aquel gato que momentos después se convirtió en una mujer de aspecto severo que llevaba gafas de montura cuadrada idénticas a las líneas que había alrededor de los ojos del gato.

-que tal profesor Dumbledore---saludo la profesora McGonagall quien también se dirigió al profesor posicionándose a un lado de él y empezando a caminar---son ciertos los rumores Albus? después de todo lo que hizo, de toda la gente a la que mato, ¿no pudo matar a unos niños?

-son ciertos, los buenos y los malos profesora---respondió el profesor Dumbledore

- ¿y los pequeños?---pregunto McGonagall

-Hagrid irá por ellos---contesto Dumbledore con tranquilidad

- ¿fue sensato confiarle a Hagrid algo tan importante como esto?---cuestiono McGonagall

Suspiro---profesora a Hagrid le confiaría mi vida---dijo Dumbledore después de parar frente a una casa y escuchar un sonido algo peculiar.

Desde el cielo yacía una gran luz emitida por los faroles de una motocicleta que rápidamente bajó junto aún gigante hombre con el cabello negro, largo y revuelto, y una barba que le cubría casi toda la cara.

-Hagrid...---dijo Dumbledore aliviado---por fin, ¿de donde has conseguido esa moto?

-me la han prestado, profesor Dumbledore---contesto el gigante, bajando con cuidado del vehículo mientras hablaba--- el joven Sirius Black me la a dejado, los he traído señor

-¿no tuviste problema Hagrid?---pregunto Dumbledore

-no señor se quedaron dormidos cuando volábamos sobre Bristol---dijo Hagrid

El gigante dio un casto beso a la cabeza de cada uno de los bebés, pero antes de darle beso a la pequeña niña esta se acurruco con su pequeño hermano haciendo que el pequeño la abrazara aún dormidos

-¡qué curioso niños!---exclamo McGonagall maravillada por los bebés

-tan linda que es, se convertirá en una gran jovencita---dijo acariciando a la bebe, miro su dedo meñique, lo tomo y sonrió ---tú la protegerás siempre yo lo se---dijo Dumbledore mirando al pequeño envuelto en mantas

-¿ella fue quien recibió el impacto cierto?---pregunto McGonagall con miedo mirando la cicatriz de la pequeña

-así es profesora---contesto Dumbledore después de un suspiro

-¿cómo puede ser hija de Lily y James?---cuestiono con curiosidad McGonagall al ver su cabello café oscuro y no pelirrojo como Lily o azabache como James.

-es una combinación perfecta profesora---dijo Dumbledore---aún es muy pequeña para recibir críticas de tal magnitud

Después Hagrid hizo entrega de ambos bebés a los profesores---Albus ¿cree usted que sea seguro dejarlos aquí?, los estuve vigilando todo el día y son la peor clase de muggles que se puede imaginar---dijo la profesora McGonagall angustiada mientras caminaba con una pequeña bebé en brazos hacia la casa con el número 4 de Privet Drive---he estado observándolos todo el día. No podría encontrar a gente más distinta de nosotros. Y ese hijo que tienen... lo he visto dando patadas a su madre mientras subían por la escalera, pidiendo caramelos a gritos ¡Harry y María Potter, no pueden vivir aquí!

-es el mejor lugar para ellos---contesto Dumbledore con firmeza---sus tíos podrán explicárselo todo cuando sean mayores. Les he escrito una carta

- ¿una carta? ---repitió la profesora McGonagall---Dumbledore, ¿de verdad cree que puede explicarlo todo en una carta? ¡Esa gente jamás comprenderá a estos niños!, estos niños serán famosos, no habrá nadie en nuestro mundo que no conozcan sus nombres---dijo McGonagall entusiasmada

-exacto es mucho mejor que crezcan alejados de todo eso, hasta que estén listos---se limitó a decir Dumbledore rápidamente

Dejaron a los mellizos en la puerta de aquella casa el número 4 de Privet Driver.

Mientras se escuchaban los sollozos del gran hombre detrás de ellos---ya ya Hagrid, no es una despedida recuerda---dijo Dumbledore mirando al gran hombre y después este asintió

Dumbledore dejo en medio de ambos bebés una carta la cual explicaba quiénes eran estos bebés.

Señor y señora Dursley
4 Privet Drive
Little Whinging
Surrey

-suerte hermanos Potter---dijo Dumbledore mirando las pequeñas cicatrices una en la frente del niño y en el cuello del lado izquierdo de la niña.

-hasta pronto profesor Dumbledore y profesora McGonagall---se despidió Hagrid para después agarrar su motocicleta y subirse

-con cuidado Hagrid que nadie te vea---dijo McGonagall

-hasta pronto Hagrid gracias---dijo Dumbledore

-profesor hasta pronto---se despidió la maestra McGonagall para después marcharse de ahí en su forma animada

El profesor Dumbledore dio una mirada final a aquella calle y
aquella casa donde dejó a los mellizos y después se desvaneció entre las sombras.

Una brisa quitó los pulcro setos de la vivienda que se disponía silenciosos y ordenados bajo un cielo de color tinta.

Aquel era el último lugar donde uno esperaría que ocurriera cosas asombrosas, una mano pequeña se cerró sobre la carta y los niños siguieron durmiendo sin saber que eran famosos, sin saber que al cabo de unas pocas horas los despertaría el grito de la señora Dursley cuando abriera la puerta principal para sacar las botellas de leche, ni que iban a pasar las próximas semanas, pinchados y pellizcados por su primo Dudley, no podían saber tampoco que en aquel mismo momento las personas que se reunían en secreto por todo el país estaban levantando sus copas y diciendo con voces quedas ¡por Harry y María Potter, los niños que sobrevivieron!

M.J

J

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CARTAS---DRACO Y TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora