❁ཻུ۪۪Prólogo~開始

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El canto de los pájaros llamando a los suyos anunciaba que aquel día llegaba a su fin, y con ello, el atardecer desaparecía poco a poco con el pasar de los minutos, mientras el intenso sol se apagaba en medio del precioso horizonte, dando paso a la oscuridad de la noche que seguía volviéndose tan fría y lúgubre para ese lobo.

El pequeño licántropo yacía oculto en medio de la maleza, todavía temblando de pies a cabeza, porque estaba un poco asustado por lo que acababa de vivir, a la par que observaba de forma fija como aquel incendio seguía extendiéndose a lo largo del bosque, el cual consideraba como su hogar desde que tenía uso de razón.

No entendía como todo cambió de esa forma tan radical de un momento a otro, dejándole con ese dolor punzante en su corazón. Los latidos de su corazón retumbaban con fuerza en sus sensibles oídos, como si quisieran recordarle que debía estar muy alerta a lo que sea que sucediera a su alrededor.

Todas sus extremidades quemaban por el arduo esfuerzo que hicieron, mientras en un pobre intento trataba de regular su agitada respiración y calmar su acelerado pulso. Sus pequeños colmillos seguían haciéndole un daño constante a sus finos labios, gracias a las fuertes mordidas a las que se vieron expuestos cuando corrió con desespero por aquel escabroso camino de tierra. Por supuesto, obviando los golpes y rasguños que se hizo en el duro trayecto, los cuales escocían sin parar en su tez clara e inmaculada.

Lo único que quería era a sus padres con él. Anhelando volver lo más pronto posible a su vida tranquila y sin miedos, deseando que las experiencias vividas no fueran más que simples pesadillas de las que pronto se despertaría. Y de paso, rogando nunca más tener el mínimo contacto con los seres humanos, porque aquellas criaturas eran crueles y despiadadas. A este punto comprobaba que no eran capaces de tentarse el corazón al hacer algo malo. 

Aquello le quedó más que claro luego de experimentarlo en carne propia, entregándole una experiencia de lo más desagradable.

Sus padres siempre se lo advirtieron, pero no hizo caso, y ahí estaban las consecuencias.

Y por más que tratara de negarlo, dentro de sí mismo sabía que no sería posible. Se encontraba en un punto sin retorno, pues era demasiado tarde para ser salvado por sus progenitores, las horas habían pasado y eso dificultaba todo un poco más. A estas instancias, terminaría incinerado en su totalidad, sin embargo, le daba igual, porque no existían razones válidas para luchar o resistir un poco más. 

Seguiría su destino, cerrando sus orbes color chocolate mientras se lamentaba en ese nostálgico silencio.

Se dejaría consumir por las llamas abrasadoras y su sufrimiento por fin acabaría después de tanto dolor. Su lobo interno también se había resignado, por lo que todo instinto de supervivencia que pudo poseer en algún momento se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, volviéndose tan efímero en ese momento tan eterno.

Sin embargo, no contó con que la vida tenía preparados otros planes para él y aquello se reducía en un instante decisivo y totalmente único, pactado por el mismísimo destino que quería que se llevara a cabo. Un segundo fue suficiente para que sus instintos se pusieron en alerta, anunciándole su encuentro con ese ser que solo podía definirse de una sola manera.

"Majestuoso".

En medio del desastre, el lobo observó una figura delgada que cautivó su atención; su piel era un tanto pálida, a pesar de que su color natural fuera acanelado, que combinaba tan bien con ese rostro irreal, la cabellera gris parecía sedosa. El desconocido estaba modelando un elegante traje de tonos oscuros que era acompañado por una fina capa de la misma tonalidad que descansaba sobre sus hombros. Sus manos no eran visibles, pero ambas poseían unos delicados guantes blancos que creaban un contraste monocromático con su vestimenta, los cuales ocultando unos dedos largos y finos. 

Kaibutsu; JJK & KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora