Capítulo 1: Un día a la vez

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La lluvia caía sin cesar por segundo día consecutivo, el invierno este año era mas frío que nunca. Aún así, la gente caminaba por las calles, cubiertas de pies a cabeza en sus gruesos abrigos, bufandas y gorros; camino a sus trabajos, quizás, o a sus hogares para resguardarse del helado clima. Los autos salpicaban agua a la acera cada vez que pasaban, sin importarles si había gente o no.

Sin duda era la época del año mas complicada para alguien sin hogar, alguien que no tenía un techo seguro que le protegiera del agua, alguien cuyas ropas en esta época nunca estaban del todo secas porque no tenía donde secarlas, a duras penas y tenía un abrigo viejo delgado que hace años había encontrado en la basura, un par de guantes raídos y una bufanda maltrecha.

Refugiada en su improvisada habitación en la esquina de un callejón, hecha de cartones y materiales que encontró en algún basurero un día de suerte, unas latas que le ayudaban con la lluvia y unas telas que le servían para protegerse un poco de la humedad del piso.

Kara se resguardaba mientras esperaba alguna pausa en la tormenta para salir a buscar algo de comida, no quería volver a pescar un resfriado como el año pasado, pero tampoco quería desfallecer de hambre, y tomando en cuenta que su última comida "decente" fue antes de ayer, mejor que encontrara algo de comer pronto.

- "Debes quedarte aquí tranquilo, la tormenta no debe tardar en pasar y podré salir a buscarnos algo" – Le decía a un pequeño gatito que era su más fiel y única compañía.

El animalito ronroneaba como única respuesta, que para Kara era suficiente.

Lo había encontrado hace 2 años o él la había encontrado a ella, lo importante es que se encontraron. Lo nombró Streaky y desde ese día era su sombra, donde iba la rubia iba el gatito, siempre que ella buscaba comida dejaba un poco para su compañero. En los días fríos como este era un gran aliado que le brindaba un poco de calor, Streaky en ocasiones salía solo y cuando volvía traía trozos de pan o pequeñas cantidades de comida. En una ocasión volvió de sus excursiones con una baguette entera, fue un gran día para ambos.

Cada día era una batalla por ganar. Cuando podía conseguir los medios, Kara compraba materiales de dibujo y con ellos se ponía a retratar los paisajes de National City para luego venderlos por algunos centavos que le servían para comprar pan y algo de beber. Al menos le quedaba su talento para el dibujo, una de las pocas cosas que nadie jamás le pudo quitar.

Le gustaba dibujar y era muy buena en eso, era un talento que desarrolló muy pequeña y el cual sus padres fomentaron desde siempre. Si a los 4 años ella hubiese sabido que eso era lo único que la salvaría muchas veces de morir de hambre en el futuro... Un futuro en el que sus padres no estaban... Un futuro en el que no tenía a nadie

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A los 12 años un accidente de automóvil le arrebató a su madre, fueron momentos duros para ella y su padre, no tenían mas familia, eran solo ellos 2 contra el mundo. Kara sentía la ausencia de su madre cada día, la extrañaba, pero aún le quedaba el consuelo de tener a su padre con ella. Él se transformó en su pilar, se acompañaron y apoyaron, tenían una maravillosa relación basada en la confianza y la comunicación.

Juntos se mudaron a National City, a su padre le habían ofrecido un trabajo allí y era una buena oportunidad que no dejó pasar.  Ambos se adaptaron rápidamente al nuevo entorno, Kara tenía nuevos amigos.

 Aunque ella no entendía realmente en que trabajaba su padre, si sabía que era un científico, al parecer trabajaba en un proyecto en una empresa farmacéutica, desarrollando alguna vacuna o algo así, en el futuro Kara se arrepentiría de jamás preguntarle.

Cuando tenía 14 años, llegó el fatídico día que cambiaría su vida para siempre.

Llegó de la escuela como cualquier día normal, pero en lugar del cálido abrazo de su padre la recibió una casa vacía, eso no era común, él siempre estaba ahí cuando ella volvía. Kara se extrañó, pero pensó que solo se había retrasado en el trabajo y que volvería pronto, asique decidió ayudarlo empezando a hacer la cena.

Mi hogar eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora