Capítulo Único

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¿Cómo las cosas pueden acabar en un parpadeo? Porque sin importar que fueron años llenos de puro amor, para él se sintió tan efímero... Tan fugaz como un parpadeo.

Sparta se vio consumido por la tristeza al ver como aquella persona a quien llamó su verdadero amor, se perdía entre la multitud de personas ajenas a su dolor. No supo cuándo o cómo fue que el cielo empezó a oscurecerse y a llorar junto a él, como si pudiera ser consciente del terrible dolor que cruzaba su corazón al ser dejado con el corazón en la mano.

"—Ya no puedo seguir más con esto, Andrés. Pensé que mi amor por ti sería infinito, pero resultó no ser de esa forma."

Los ojos de Raptor si alguna vez habían irradiado un dulce y empalagoso amor, esta vez habían carecido de aquel afecto que lograba emocionar tanto su corazón. También se encontraba lo frío de su tacto, estando a miles de millas diferente a la calidez que brotaba de este con tan solo un rozar. La impotencia pareció apoderarse con fuerza en su pecho de inmediato y no se abstuvo a gritar con dolor mientras se vio bien protegido de las pesadas miradas de las personas. Tomó aire con fuerza, sintiendo como su pecho dolía como un infierno, y los recuerdos parecían una dulce burla de su mente para torturarlo con el paso de los minutos. La lluvia seguía intensa a su alrededor, empapando en momentos su cuerpo por completo y fusionándose con el río de lágrimas que parecían no querer parar.

—¡TE ODIO, INÚTIL! —gritó a la nada totalmente cegado por el dolor. Más maldiciones e insultos salieron de su boca, una que alguna vez no había dejado de soltar palabras llenas de amor para la hermosa persona que era Raptor. La garganta en algún momento empezó a arder, pero no le fue tan relevante cuando su corazón dolía aún cuatro veces más.

Raptor. Raptor... Su lindo y hermoso Ari. Su pequeño sol de sonrisa radiante. Mierda. A pesar de todo lo ocurrido hace unos instantes, era imposible dejar de amarlo con la misma intensidad como la de aquel día cuando sus miradas se encontraron por primera vez en aquel día soleado. Había ido a caminar un rato para conocer su nuevo vecindario, y por casualidades del destino, una pelota de fútbol impactó fuertemente a su cara. El ardor en su cabeza logró alterarlo, pero toda ira pareció disiparse cuando su oscura mirada de ira pura chocó con el rayo de luz de Raptor. Aún recuerda lo mucho que había latido su corazón en aquel momento, junto a ese conjunto de sentimientos que parecieron marearlo al ser primerizo en el tema del amor.

"—¿Te encuentras bien?" Había preguntado el Raptor de hace dos años. Su expresión gritaba lo preocupado y arrepentido que se había sentido en aquel entonces. Pero solo bastó una mirada para que el gran egocéntrico Sparta cayera rendido a sus pies.

El tiempo siguió pasando, y por capricho del mismo destino, los encuentros casuales y vergonzosos continuaron para ellos dos. Las sonrisas coquetas y los piropos se fueron normalizando en algún momento, sin importar la brecha de años que se llevaban, lo cual obviamente no fue un impedimento para continuar con su extraña relación a base de encuentros ridículos. Por ejemplo: cuando encontró a Raptor vestido como una mona china cuando el sol se encontraba escondiendo.

"—Fue un estúpido reto de mi hermano, ¿bien? ¡Así que deja de reírte!" Chilló Raptor, vestido ridículamente con un uniforme escolar japonés. El sonrojo en las mejillas del mayor había sido suficiente para atrapar a Sparta en un gran laberinto, que mientras más se perdía en las perlas de los ojos del mayor, parecía quedarse extinto.

O esa vez cuando había salido vestido de oveja a pedido de su hermanita menor en Halloween. Las risas que salieron de la boca de Raptor fueron lo suficiente para querer evitarlo para toda la vida, pero una salida junto a Mike hizo que sus planes fueran destrozados por completos... A cambio de convertirse en la última vez donde se encontraría con Raptor por mera casualidad, y por fin empezar a salir a pedido de los dos. Intercambiaron números con la intención de escribirse, trayendo consigo varias noches donde se encontrarían acompañados de las risas del otro, solo intensificando el sentimiento en su pecho.

Mentiría si dijera que no recuerda su primera cita y primer beso con el idiota ese. Raptor había sido excesivamente dulce aquel día. Había llegado al punto de encuentro una hora antes a lo acordado, vistiendo un traje excesivamente elegante para ir a comer en un lugar de comida rápida. Y qué decir de su cabello que había sido peinado hacia atrás con mucho gel. Por otro lado, él se había sentido avergonzado al tan solo llevar una camisa de cuadros celeste, junto a unos jeans negros y zapatillas blancas. Sin embargo, las risas no faltaron aquel día perfectamente imperfecto. Incluso puede admitir que le había gustado ser besado por unos labios con sabor a pizza, dulces y helado que Raptor había comido. Sumando al ser abrazado tímidamente por los brazos gelatina de este.

"—Te amo tanto, bebé. Eres lo primero y lo último que pienso cada noche y día. Te amo tanto, Spartita. Por eso, cada noche agradezco desde lo más profundo de mi corazón al destino, que me permitió conocer al ser más hermoso existente en este planeta"

Mentira. Todo resultó ser una vil mentira.

"—Te amo demasiado, Andrés. Si tan solo supieras cuánto mi corazón brota de alegría al tan solo chocar con tu hermoso mirar dulce."

¿Por qué se tuvo que enamorar tan así de una persona? ¿Por qué solo él? ¿Por qué Raptor ya no sentía lo mismo por él? ¿A dónde se habían ido esas dulces palabras de amor? A dónde... ¿Dónde se habían ido? El dolor no pareció apaciguar ni con los dulces recuerdos, sino solo llegaron a azotar lo con más intensidad. La lluvia tampoco parecía tener pensado parar, pintando todo el escenario en uno excesivamente triste y funesto. O tal vez sus sentimientos nublados por la tristeza le hacían verlo de esa forma. Así que siguió llorando desconsolado, sintiendo su garganta desgarrarse.

"—Es triste pensar en cómo todo terminó entre nosotros, Sparta. Realmente pensé que mi amor por ti sería eterno, pero acabó con un resultado lejos de ser el esperado. Yo... Yo ya no puedo fingir que aún sigo amándote. Así que, si es que lo deseas, desapareceré de tu vida por completo. Perdóname. ¡Cu-cuídate!"

No supo cuánto tiempo pasó debajo de aquel árbol, sin protección debajo de la lluvia, pero en algún momento sintió que las gotas dejaron de caer en su cabeza de inmediato. Aún sin dejar de seguir llorando como si fuese un autentico bebé, subió su mirada para encontrarse protegido por un paraguas lo suficientemente grande para cubrir su cuerpo. Su cuerpo tembló por el frío, pero aún más cuando sintió una mirada cargada de preocupación estaba sobre él.

—¿Te encuentras bien? —preguntó preocupado aquel desconocido de cara amable. Sus ojos violetas lo miraban expectante como si lo conociera de años.

Él en cambio solo estornudó, sin querer responder al extraño que amablemente lo cubrió con aquel paraguas, dejándose a merced por el poderío de la lluvia. Bastaron solo unos segundos para que aquel chico se viese tan empapado como él, y justo cuando Sparta pensó en burlarse, el otro solo le ofreció su otra mano libre para levantarlo del charco de barro que cubría sus zapatos.

—Déjame ayudarte, ¿sí?

Y se dejó ayudar por aquel tipo, que en un futuro se enteró que se llamaba Francisco. Un chico tan dulce y amable como lo fue con él alguna vez Ari.

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Notas de Autor:

Amo mucho SparTor, con todo mi corazón. Y a pesar de tener en mente miles de ideas sobre lindos fics de mucho amor, me sentí un poco triste y me dejé llevar por lo que mi mente quiso. xD

Esto es un one-shot, que creo que convertiré en un fic SparFran y SparTor... O no sé.

Gracias por leer.

Bajo la Lluvia || SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora