Las hojas de otoñó corrían, como la niña pequeña de 8 años.
Sus risitas resonaban por todo el bosque.
Sus manos giraban en el aire en forma de círculos.
El viento jugueteaba con su cabello provocando desorden.-¡Emily! ¡Hora de cenar! –
Ambos niños se observaron.
- No te preocupes, nos vemos en la noche –
Aseguro el mas pequeño de ambos y desapareció entre la maleza del bosque.
Emily asintió, y con la promesa de un nuevo reencuentro fue hasta su hogar, donde su madre y padre la esperaban.La mudanza fue sorpresiva. Un día su padre llego agitado del trabajo con la urgencia de salir de la ciudad.
Emily no entendió muy bien los motivos pero su padre se veía alarmado y preocupadoHace un mes que aquella vieja casa llena de moho y húmeda se convirtió en su hogar.
Hace un mes que se hizo amiga de un pequeño niño que la visitaba todas las tardes y noches para jugar.-Cariño- Marta, la madre de Emily llamo a su esposo – Me acompañas a la cocina por favor-
Emily observo el accionar de su padre. Una pequeña sonrisa fue su respuesta, seguido de un pequeño susurro maldiciendo a quien sabe que, por consiguiente la puerta de la cocina fue cerrada con brutalidad.
Hace un mes que la madre de Emily cargaba con unas bolsas negras bajo sus ojos.
Hace un mes que su padre se emborrachaba hasta quedar inconsciente.
Hace un mes que las discusiones empezaron.
Emily subió las escaleras y se oculto bajo la cama, cabrío sus oídos, en la espera de que todo el griterío acabara.
-Tranquila, ya pasara-
Su amigo la alentó.
Una sonrisa curvo los labios de la castaña.
-Hola Taetae-
-¿Vamos a jugar? –
-Tengo que esperar a que mamá me arrope -
-Esta bien, entonces me ocultare en el armario-
-Me parece bien-
Luego de la ardura discusión, Marta fue hasta el cuarto de Emily. Allí se encontraba su pequeña niña, descansando en los brazos de Morfeo, o eso es lo que ella pensaba.
Una vez que la madre abandono la habitación, Taehyung salió de su escondite.-¿Ya podemos salir?-
La niña abrió sus ojos – claro que si- de un salto salió de la cama, se calzo sus zapatos y con ayuda de Tae bajaron por el tejado hasta llegar a lo profundo del bosque.
El juego empezó, entre risas y corridas, ambos disfrutaban de su compañía. Una hora aproximadamente se encontraron sumergidos en su mundo.
Ya cuando fue la hora del descanso el más pequeño decidió hablar.
-Ven conmigo Emily-
Los orbes grises de la niña lo observaron con confusión.
- Desde hace tiempo veo que lloras a causa de tus padre, si vienes conmigo te aseguro que ya no sufrirás y serás Feliz-
Aquellas palabras resonaron en la cabeza de Emily, “Serás Feliz”.
-Pero… Si me voy mis padres se pondrían muy tristes… -
-Hay cosas que tu no sabes de tus padres- la voz de Tae salió como un susurro melancólico.
-¿Cosas como que…? – pregunto la niña curiosa.