Capítulo 2

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Sakura

Entre y asegure la puerta

Me sentía tan extraña, ¿Quién es él? me resulta algo familiar pero por más que trato de rebuscar entre mis recuerdos me es imposible identificar algo que me ayude a saber de donde es que lo conozco.

No es inusual en mí el no poder recordar algo, mi mente trabaja rápido y borra todo, desde ese día no he podido retener mucho, sólo lo más esencial e incluso a veces también lo olvido.

Caminé por el pasillo hasta llegar a la habitación.

Ella estaba dormida.

-Mi pequeña -me incline y besé su frente - te extrañe muchísimo -acaricie su cabello

Volví a una posición recta y me di media vuelta para caminar al armario pero sentí que tomo mi mano.

-Mamá

Gire para mirarla.

-¿Que pasa, cielo? Vuelve a dormir - me senté junto a ella

-Te extrañé también

Sonreí.

-Ya estoy aquí pequeña, no me iré -besé su mano- ahora duerme, ¿de acuerdo?

Asintió.

Me levante de la cama, tomé mi pijama del armario y fui al baño para darme una ducha rápida.

Al salir seque mi cabello con una toalla, me vestí y después me recosté junto a mi niña en la pequeña cama que compartíamos

-Buenas noches- dije para mi

Todo lo que sucedido anteriormente había sido tan horrible y extraño que rogué por olvidarlo lo más rápido posible.

Al fin pude descansar de un día tan lleno de todo.

__

El sonido fuerte y retumbante de la alarma me hizo abrir los ojos al instante.

- Sarada

Se removió incomoda.

-Sarada, despierta- moví su brazo- Cariño, debes ir a la escuela y yo al trabajo

Abrió los ojos.

-Mamá, no quiero ir a la escuela, quiero quedarme aquí y que tú estés conmigo

Sentí como mi corazón se rompía en mil pedazos.

Por supuesto que me es difícil todo esto, no quiero estar tan ausente en la vida de mi hija, tiene cinco años, me necesita muchísimo, no quiero que cuando crezca recuerde una infancia tan solitaria y triste pero, tengo dos empleos y apenas completamos con los gastos; debo pagar la renta del departamento, los servicios, la comida, la escuela de mi hija y los materiales que necesita además del transporte diario.

Tenía 19 años cuando Sarada nació, con mi carrera a la mitad, mi inexperiencia en la vida y las pocas oportunidades de empleo que tenía me fue sumamente difícil velar por ambas pero desde el primer momento que la tuve en mis brazos me jure a mi y a mi hija que no me daría por vencida, yo estaba dispuesta a hacer lo imposible por darle una vida digna junto a su madre.

La abracé y limpié mis lagrimas

-Anda, hay que darnos prisa

Sarada se levantó y se dirigió al baño

Me levante de la cama con dificultad, realmente me sentía muy cansada, los pies me ardían al pisar el suelo, cada paso que daba era una tortura

En la cocina dejé listo cereal con leche en un tazón, un poco de jugo de naranja para ella y café para mi y corrí a cambiar mi pijama por mi uniforme de mesera

Perdóname - sasusaku  (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora