Una Amiga

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Eran altas horas de la noche, cuando en la Mansión Agreste, había alguien sollozando.

Específicamente, en la habitación de Adrianna.

La rubia se incorporó su cama jadeando ligeramente, sorbiéndose los mocos y con los ojos aguados. Hizo las frazadas a un lado y buscó sus pantuflas, antes de encaminarse al baño y encerrarse allí. En ese instante, logró despertar a Plagg.

La kwami de la destrucción notó extraño aquello, porque su portadora no era de despertarse por las noches, dormía como un lirón lo más que podía para descansar bien y así enfrentarse mejor a todas sus actividades del día.

Volteó su pequeña cabeza la almohada de la chica, donde pudo ver una extraña mancha en ella. No tenía color, es decir, contrastaba el color blanco de la almohada, tornándose gris. Se acercó a ella y logró notar que estaba algo fría y sin pensarlo mucho decidió olfatearla, más no tenía olor.

Sin embargo, estaba húmeda, como si recién se hubiese hecho.

Allí, Plagg logró entender lo que probablemente pudo haber causado eso y también el por qué su portadora se encontraba despierta a esa horas.

Se levantó y fue volando hacia la puerta del baño.

—Adrianna, ¿Todo esta...?

Pero la frase de la kwami se vio inconclusa ya que en ese momento la rubia salió del baño, encontrándose ambas caras a cara.

Plagg calló, pues la ojiverde estaba en una posición levemente encorbada, con los ojos aguados, y frunciendo los labios, dándole un aspecto de que estaba a punto de romper a llorar.

—¿Qué sucede?—. Preguntó la kwami, bajando sus orejas preocupada.

La Agreste bajó su rostro, como si sintiera vergüenza de que la vieran así.

—Me siento impotente—. Empezó a decir Adrianna con voz débil. —No tengo otro momento para llorar sino en la noche, en silencio... me han acostumbrado a que sólo puedo llorar si recibo un golpe físico... y que los emocionales no valen lágrimas.

Adrianna volvió a sollozar, evitando la mirada de Plagg. Pero la kwami negra no se iba a dejar que ella se quedara así, sintiendo a la vez algo de culpa al preguntarse cuántas veces la chica había estado así, y ella ni cuenta se dio.

Plagg voló hasta la mejilla de la chica y la apretujó en un abrazo pequeño. Adrianna al poco tiempo puso una mano sobre ella, "correspondiéndole" al abrazo.

—Si necesitas una amiga, aquí estaré siempre—. Aclaró Plagg.

Después, Adrianna la tomó entre sus manos y se miraron a los ojos. La rubia intentó sonreír levemente pero no pudo llegar a hacer más que una mueca, pero Plagg entendía sus intenciones.

—Andando—. Habló el ser mágico, incitando a la chica a que regresara a su cama.

Adrianna hizo caso y regresó a su lecho, tomando en el proceso a su otro compañero de cuarto: El Señor Motas. Un peluche de mariquita que le había regalado su padre, antes de desaparecer.

Acostada nuevamente, la chica se aferró a su peluche mientras que Plagg le acariciaba el cabello. El rostro pacífico de Adrianna fue deformándose hasta hacer una mueca, para después volver a soltar lágrimas, aún con algo de impotencia.

Pero al menos tenía algo de certeza de que, con una amiga como Plagg, sus noches ya no tendrían tanto dolor a partir de ahora.

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Nota de la Mystery: Ayer a la noche estaba triste, así que decidí plasmar la tristeza en un pequeño OS con Adrianna.

Si tienen dudas, me gusta más la idea de que en el universo genderbend también los kwamis cambien de género, así que aquí Plagg es una chica.

Espero que les haya gustado.

..Mystery..

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