"Hasta que la muerte nos separe"///Soukoku///

☆Hasta que la muerte nos separe☆

Era un día gris en Yokohama, simplemente el frío del mar le calaba los huesos...en esos momentos si fuera de él estaría en su apartamento con una buena botella de vino tinto del 89'...esa reserva le trae amargos recuerdos.

Sus guantes de cuero negro no le daban calor...sentía sus manos más frías que el mismo clima de la ciudad, aun así, eran sus favoritos, además de que siempre serian una de sus prendas de entrenamiento.

Había acabado una misión, y el mismo sentimiento le invade, ese sentimiento de estar lleno, pero a la vez tan vacío por seguir acabando con la vida, de al final de cuentas, personas que se lo merecían...Traidores detestables para la Port Mafia.

Tal vez aquellos detallistas se fijarían en las leves manchas de sangre que cubrían sus guantes, había perdido la cuenta de cuantas veces Dazai alguna vez le dijo que los botara, pero le era imposible, se habían vuelto parte de él, como las vendas lo eran para Dazai.

Dazai aquí, Dazai allá, si por él fuera se lavaría el cerebro con jabón para limpiar de su cabeza todos sus recuerdos con el pedazo de mierda al que una vez llamó compañero. "Maldito traidor", le repetía a su cerebro hasta el cansancio como si esa palabra fuera la que le quitara la hipnosis...la ilusión de lo que alguna vez fue el pasado.

Al llegar a su apartamento como se le hacía costumbre después de tener un tiempo libre para él los fines de semana, dejó su chaqueta en un perchero, se dirigió a su cocina y de uno de los cajones bajos saco esa botella de vino tinto del 89', sirvió en una copa el suficiente líquido para que de un solo trago lo dejara por lo mínimo atontado en una media hora.

Dejar su sombrero sobre el mesón y se dirigió al balcón con un cigarro en su mano izquierda, el encendedor en su bolsillo y la copa de vino en la mano derecha, fumar era un mal hábito, pero el licor solo era un gusto pecaminoso, ambos igual de dañinos para su sistema, pero aun así eran como sus calmantes personales...aunque Dazai fue quien le incentivó el fumar por estrés.

"Maldito desperdicio de vendas, Maldito cigarrillo" Pensó mientras soltaba una bocanada de el humo caliente y sentía el ardor en su garganta, de nuevo había comprado esos cigarrillos sin efecto mentolado que tanto odiaba. Aun así, siguió fumando y por cada bocanada liberaba venía una copa de vino, hacia caras ante tal combinación, porque seguía con el pensamiento de que ya se había acostumbrado a esas mezclas, aun así, su conciencia sabía que era una total mentira...aun le ardía, y hacía que en ocasiones una que otra lágrima de dolor saliera.

¿Cómo hacía que dejara de arder?

¿Cómo hacer que le dejara de doler?

Ese gusto aún seguía tan aferrado a su ser que le dolía...hacía que su corazón se desangrara, y su caja torácica le evitará respirar...estaba llorando de nuevo, las lágrimas simplemente se resbalaban por sus pómulos y en su mentón rebosaban hasta caer al suelo, era un mar silencioso pero salado y amargo, sintiendo su garganta arder en tantas formas figurativas, metafóricas y literales, sintiendo cómo, aunque quisiera ningún grito saldría de ahí.

Aflojo un poco su gargantilla, el peso que esta tenía no le ayudaba y pensaba n eso como una metáfora, como si esa acción fuera suficiente para hacer respirar a su alma, odiaba el cigarrillo, lo detestaba, prefería el vino, amaba el licor, pero el cigarrillo fue y era su refugio para el estrés, pero solo le ardía.

Entre lágrimas y sus ojos nublados vio el cigarrillo deshacerse, para luego pisarlo y de un trago tomarse lo poco que quedaba de vino.

Sintió el suave cosquilleo de alguien tomando su cabello, sabía que era obvio del hecho de quien era, su cabello era corto, de ha mucho si el largor de este le llegaba a un poco más bajo del mentón, aun así no refuto, solo quedo en silencio, con una respiración entrecortada y temblorosa...el castaño siempre tenía la costumbre de compartir habitación con él, su excusa es que así se reducían costos...ambos sabían que eran mentiras, pero el pelirrojo nunca era capaz de refutar ante eso, quería verse como el idiota que sabía que no era...quería verse como el estúpido que Dazai siempre creyó que era.