Sentimientos perdidos, supongo.

A tu árbol.

Tus labios rosados me llamaron,
ese día bajo tu árbol,
me acerqué sin pensarlo
y tus manos me detuvieron.
Me pediste un tiempo,
mientras una hoja caía con dulzura
sobre tu castaño cabello.
Dijiste no estar segura
mientras te rodeaba con mis brazos.
Quería que me quisieras,
pero me hiciste pedazos.
Quería que me quisieras,
pero no sabías que querías.
Ese día, a la sombra de tu árbol de mora
odié tus labios,
que me gritaban sin quererlo.
Odié tu belleza,
que constantemente inundaba mis pensamientos.
Odié mis sentimientos,
que se me escapaban por los ojos
y odié odiarte, pues eras mi todo.