capítulo único

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La música retumbaba en el local, una ambientación muy hindú rodeaba todas las mesas bajas que allí habían, sumada a luz tenue que ayudaba a crear un ambiente exótico y algo misterioso, cosa que perturbaba un poco a Lan Zhan. Él no estaba acostumbrado a ese tipo de ambientes y realmente solo quería irse de allí, pero su hermano había insistido en que lo acompañara esa noche para despejarse un poco de la ajetreada jornada que llevaban ambos, a lo que evidentemente aunque quisiera, no había podido negarse.

De repente todo se puso oscuro y el escenario se iluminó levemente con un foco suave que apuntaba a una persona, un hombre, vestido nada más que con unos pantalones negros sueltos de lo que parecía ser seda, al menos a la vista, sumado a algunas capas de vaporosa tela sobre ellos y muchos accesorios alrededor de su cuerpo, muñequeras que brillaban cual oro al igual que collares y pendientes. Alrededor de sus caderas lo rodeaban una serie de cuentas que parecían monedas y que sonaban cada que daba un paso, pero lo más notorio de su vestimenta era la venda negra que cubría sus ojos y parcialmente su cara. Viéndolo con detención, cada detalle de él parecía brillar en el escenario junto con lo que más llamó su atención; el sable que portaba en su brazo izquierdo.

No notó cuando la música empezó a sonar y el chico comenzó con sutiles movimientos de su abdomen plano para luego comenzar a jugar alrededor de él con el sable mientras movía rítmicamente sus caderas al compás de la música, pasando sugestivamente el sable alrededor de su cuerpo, desafiando al filo, o supuesto filo, pero se veía tan real y peligroso en las manos del bailarín que casi parecía que estuviera jugando con su muerte mientras danzaba.

Le vio girar junto al sable mientras lo subía sobre su cabeza, haciendolo bajar lento junto con el movimiento de sus caderas para luego repetir el mismo acto pero hacia arriba, volviendo a su cabeza. Parecía coquetear con el sable de una manera tan erótica que llamaba a no quitarle la vista de encima.

Cuando parecía que el show no podía ser más atrayente, el bailarín elevo el sable suavemente hasta apoyarlo sobre su cabeza, haciendo equilibrio con este, casi parecía imposible el moverse con el arma sobre él pero su destreza hacía ver cómo si no le molestase, continuando con el ondear de sus caderas junto con movimientos suaves de manos como si no llevara nada encima, hasta incluso jugueteando con sus pies, elevándolos y bajándolos a la par de la música que se hacía más rápida. Sus largas piernas cubiertas de seda se movían alrededor del escenario girando y recorriendo todo, como si estuviera mostrándose a cada comensal que allí se encontraba. Cuando acabó el recorrido volvió al centro para seguir con sus juegos de piernas, doblando sus rodillas y estirándolas, insinuando ir hacia el piso pero no. Luego, de un minuto a otro se fue al suelo en un movimiento fluido y agraciado mientras movía sus caderas de un lado a otro, de alguna manera sin mover su torso ni su cabeza, manteniendo el equilibrio del sable en su mollera, sus piernas se estiraban y encogían a los lados de su cuerpo mientras su torso las acompañaba en movimientos muy suaves pero su estomago se movía bruscamente como desafiando al filo sobre su cabeza, que a veces se balanceaba junto a él. Sintió que perdía el aire cuando se puso de costado y comenzó a balancear sus caderas al aire a la par de su mano libre mientras sonreía coquetamente hacia el público. Luego cuando la música se puso mas lenta se puso de costado y comenzó a irse hacia atrás con las piernas dobladas y ondeando el vientre a la vez que bajaba aún más hasta casi llegar al piso y luego quito el sable de encima y lo comenzó a ondear haciéndolo seguir el movimiento de su estomago. Luego se levanto del piso con la misma gracia con la que se había agachado y continuó bailando alrededor del público, ondeando sus caderas y haciendo resonar las cuentas que llevaba en ellas.

Volvió al centro y comenzó a blandir el sable con maestría mientras movía coquetamente sus hombros, el sable a penas rozaba su cuerpo a la vez que seguía pasándolo como si fuese un juguete. En un giro inesperado coloca una rodilla en el suelo y el sable atrás en posición de pelea y de repente todo se volvió oscuro otra vez, cuando las luces volvieron, el bailarín ya no estaba en el escenario.
El público comenzó a aplaudir y a vitorear alegremente luego de semejante espectáculo, pero él estaba callado, impactado, no podía moverse de la impresión que le había dejado ese sensual y sugestivo baile. Xicheng a su lado le tomo del brazo para sacarlo de su ensoñación.

—¿Lan Zhan? ¿Qué tal? ¿No te gusto el baile?

Se quedo con el ceño fruncido mientras analizaba la pregunta, claro que le había encantado, sentía como si el chico lo hubiese hechizado con sus movimientos, pero suponía que su expresión, tan estoica como siempre, no delataba el sin fin de emociones por las que estaba pasando. No podía evitar tener pensamientos pecaminosos sobre esos movimientos de cadera pero contoneandose pero sobre su cuerpo y con mucha menos ropa. Sintió sus orejas arder por el pasamiento pero le permitió volver a centrarse en su hermano que ya lo miraba bastante raro.

—No, estuvo bien.

Fue todo lo que pudo decir, apenas podía hablar de lo aturdido que había quedado, necesitaba saber de ese bailarín, necesitaba volver a verlo y verle la cara, solo así quizás saldría de su cabeza cuando lo viera como un simple hombre y no como la bestia sensual que lo atacó despiadadamente en el escenario.

Esperó a que su hermano se distrajera con el siguiente número para pasearse por ahí, sutilmente buscando a ese bailarín. Al final después de tanto recorrer sin encontrarlo decidió salir a tomar un poco de aire afuera del local, grande fue su sorpresa al reconocer entre un grupo de lo que parecían ser mas bailarinas, todas fumando, a un chico que tenía todas las características del bailarín de belly dance. Ahora que ya lo tenía frente a él le parecía aun más hermoso que con todas las parafernalias que había estado llevando en el show. I'm par de jeans normales negros, una chamarra roja y el pelo tomado en una cola de caballo le parecía tierno y sexy a la vez, el problema era que no sabía como acercase sin parecer un acosador, así que solo se quedó a lo lejos, mirándolo mientras el también prendía un cigarro tratando de pasar desapercibido.

Luego de lo que pareció una eternidad, el chico entró y el hizo lo mismo minutos después, le siguió con la mirada hasta que se sentó con las mismas chicas a comer y tomar, hecho que aprovechó para pedirle un papel a un camarero y dejarle una nota, algo simple junto con un trago, podría sonar cliché pero era lo único que tenía a mano para atraer la atención del chico.

Vio como el camarero entregaba desde lejos su encomienda, riendo levemente al ver que el chico en primera instancia rechazaba el cóctel para luego aceptarlo por insistencia del camarero y dejándole la pequeña nota. Pudo ver, aún con las tenues luces del lugar, como su cara se volvía roja, tomó eso como una victoria y se alejo lentamente hacia donde estaba su hermano para marcharse del lugar.
Volvería religiosamente cada día si era necesario para poder seguir viendo al hermoso chico del belly dance.

Nunca creí que el filo de una espada,
fuera capaz de incendiar mi alma
y hacer cenizas el universo entero,
con solo una mirada tuya.

Belly Dance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora