¿Alguien tiene un plan?

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"Pablo?"

No podía ser cierto, en verdad Pablo Iglesias estaba en su cuerpo y lo peor, tenía su móvil.

"Aaaaaaghhhh por qué pasa esto tío," pensó mientras balanceaba en su mente qué hacer. Es decir, ya había decidido ir a la Moncloa para tratar de solucionar el problema pero aparte de eso no tenía ningún plan. Bueno, cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él, ¿no?

Decidió vestirse. Al pensar en eso, se sonrojó más que su corbata roja favorita. Nunca había visto el cuerpo del podemita y ahora lo iba a ver, bueno, ahora lo tenía sabes. Le trató de restar importancia y se dirigió al armario. Ostia, que Pablo no usaba sacos. Suponía que debería vestir igual que él solía hacer para evitar las menores sorpresas posibles. Una camisa de esas que se compra en el mercado y un jean que se veía que lo usaba cada vez que podía debía bastar. Ah claro, no olvidar remangarse la camisa que si no se vería muy "casta". Se rió por lo bajo al terminar de vestirse. Tenía que admitir que había sido extraño recorrer con sus dedos el cuerpo del vicepresidente, pero que más podía hacer, no podía ir al palacio en pijamas.

"¡Irene! Voy a salir, tengo....una reunión con Pedro," gritó desde el umbral de la puerta mientras se ponía una mascarilla y sin esperar respuesta alguna salió de la casa.

Bueno. Ahora pa la Moncloa. Llamó a un taxi y se dirigió hacia allá.

Cogió el móvil de Pablo, el comunista tenía un iPhone 11, ja y decía que no era casta. Entró a Whatsapp y le envió un mensaje a Pablo.

"Estoy de camino "

"Vale, te espero"

Decidió no seguir más la conversación en línea, mejor se entenderían cuando se vieran frente a frente. Aunque sería extraño también. Bajo un poco la ventanilla del coche, la brisa de primavera seguía un poco fría a estas horas de la mañana, pero aliviaba el calor que hacía llevar mascarilla puesta.

Llegó a la Moncloa, pagó al taxi y se encaminó a la entrada. Tocó el timbre y tras ser examinado por los guardias pudo entrar a literalmente donde había vivido hasta hace unas horas.

Se quitó la mascarilla y al levantar la mirada ahí estaba él. No, literalmente ahí estaba él, Pedro estaba ahí. Bueno, Pablo Sánchez estaba ahí. Joder, ¿tan apuesto era?

"¿Pablo?" Su voz en verdad aún no sonaba como a él le gustaría, pero era lo que había.

Pablo avanzó hasta acercarse a él, que lata que ahora él fuera quien tuviese que mirar al otro hacia arriba y no al revés. "Señor Sánchez," dijo Pablo con su voz usualmente igual a la seda con su típico tono seductor, aunque esta vez estaba envuelta en un barítono típico de la del presidente.

No pudo contenerse y comenzó a reírse. Miró a Pablo y le guiñó el ojo, lo cual también ocasionó que el otro se doblara de la risa. Era una vista insólita en ese momento, el líder de Podemos y el actual presidente de España matándose de la risa mientras se agarraban entre sí para evitar rodar en el suelo por culpa de este ataque de euforia. Debía de ser por lo excéntrico de la situación, porque en verdad era reír para no llorar.

"Pablo, por favor no vuelvas a decir eso con mi voz, es....indecente," dijo cuando pudo hablar sin que se le salieran las lágrimas de risa. El podemita lo miró y asintió,una sonrisa juguetona aún en sus propios labios.

Decidió llevarlos a ambos a un lugar más privado para poder discutir este asunto, que bien que el palacio tenía más habitaciones que Abascal caballos. Tomó la mano de Pablo - su propia mano - y lo jaló hasta la sala de reuniones más cercana. Podía sentir el calor que irradiaba el otro por debajo de su palma. Sabía que sentía algo por Pablo, coño lo había invitado más de una ocasión a un *hotel* con *una* cama. ¿Es que el pobre no pillaba la indirecta o qué? Estar en su cuerpo y que él estuviera en el suyo no hacía las cosas más fáciles.

En el cuerpo equivocado -PebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora