Palabras desnudas.
"El peor día de mi vida corresponderá a la fecha que dictamine mi muerte. Ella se verá extinta por una capa de fuego negro y caerá en las frías manos de la neblinosa aura que envolverá su cuerpo yerto."
Deberías sentir lo que se siente al tener la imperiosa necesidad de inventar una réplica exacta tuya, con toda tu simetría geométrica y esa compleja matemática que define toda la materia que compone tus vértices. Y esa forma de sonreír tímidamente que limita las teorías prácticas y sencillas del universo. Esas grandes manos ancladas a mis instintos más primarios que se confunden entre todas las insensateces más insensatas que me componen, y componen mi sonrisa, simple reflejo de la tuya. ¿No se escucha el temible zumbido del viento azuzando mis entrañas y recordándome que sólo eres un espejismo impreso en mi mente? Cómo dueles... y cómo duelen tus afiladas miradas, cuales espadas, clavadas sobre mis pupilas. Como horadan tus verdes soles sobre mis negros precipicios. Duelen, porque tu lejanía duele. Y por eso tuve que inventarte. Y al inventarte, me caí entre los abismos que marcaban mis pasos, sedientos de camino gris y polvoriento que me condujera a tu vereda. El culpable, el imán de tus labios que me pegan a tu boca, rosada, sonrosada y dulce como un bombón. Déjame cerrar los ojos una vez más y proyectarte en la oscuridad de mi imaginación, tras un velo de historias felices y ciencias exactas que hemos vivido juntos
