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Annie

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Annie

Otro día más en este agobiante lugar, otro día en el que las esperanzas de ser adoptada están por los suelos. Me senté en mi cama viendo a las demás niñas dormir plácidamente, vi el reloj de mi mesita y eran las 07:12 am a las ocho tendríamos que ir al colegio. Siempre me levantaba antes que las demás, ya qué a veces, en las noches no dormía bien.

Me levanté de la cama y me fui al baño a hacer mis necesidades, al salir vi a Sarah levantarse de su cama, me miro y sonrió, pero yo solo la vi y volví a mi cama para tenderla. Salí de la habitación y me dirigí al comedor donde estaban algunas de las monjas preparando el desayuno, las demás estaban despertando a los niños.

― Buen día, Annie ¿Dormiste bien? ― Preguntó una de las monjas con una sonrisa.

― Sí. ― mentí, me quede despierta toda la noche viendo el techo, las ojeras cada vez se me notan más y mi pálida piel lo delata. Las monjas siempre me dicen que debo dormir lo suficiente, porqué soy una niña de diez años y aún estoy creciendo, pero a veces no puedo conciliar el sueño.

Al rato empezaron a entrar los demás niños con caras adormiladas al comedor, como siempre, nadie se sentaba conmigo. Las monjas empezaron a repartir el desayuno, eran galletas de vainilla con yogurt de frutilla, vi que un grupo de niñas reían entre ellas y me quedé viéndolas pensando en lo hermoso que debe ser tener una amiga para divertirse juntas, se percataron de que las estaba mirando y se dieron vuelta para mirarme, pero yo no aparte la mirada, en ese grupo estaba Sarah, vi que se levanto de su lugar y se dirigió hacia mi.

― Buenos días, Annie. ― se sentó a mi lado con una sonrisa.

― Hola. ― fue lo único que logré decir, ya me estaba sintiendo incómoda.

― ¿Quieres desayunar con nosotras? ― preguntó con ese tono cálido que tenía al hablar.

― No. ― no apartaba la mirada de mi desayuno, me costaba mucho mirar a alguien a los ojos.

― Déjala Sarah, es como hablarle a la pared. ― dijo una de sus amigas con una risita.

― Niños, ya es hora de que se preparen para ir al colegio. ― anunció una de las monjas.

Todos terminaron de desayunar y se levantaron de la mesa, yo solo tomé el yogurt y comí una galleta, no solía comer mucho. Me levanté de mi asiento y fui a la habitación a cambiarme, allí estaban las demás niñas, tomé mi uniforme y me cambié, no era de peinarme tanto el pelo, casi siempre lo tenía desordenado, me gustaba como me quedaba así.

(...)

Salimos del colegio y nos fuimos a nuestras habitaciones, la habitación la compartía con Sarah, Kiara, Yanet, Liz, Bea y Melly, todas ellas eran el grupo de amigas que miraba en el desayuno, Sarah siempre intentaba integrarme, pero mi timidez me ganaba.

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