Amor de una sumisa

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Amo a esa silueta oscura y misteriosa que no me quiere revelar su nombre,
Amo a la silueta que me intimida con su mirada penetrante y seductora,
Amo a la silueta que me hace callar con la sensualidad de su voz,
Amo a la silueta que me pone en evidencia, me reta y me domina
Amo a la silueta que me envuelve y me impone,
Amo a la silueta que me tienta y me castiga.
Esa silueta a la que le debo respeto y obediencia,
aquella a la que temo y a la vez deseo,
la misma que imparte órdenes y verbos imperativos,
y yo como buena sumisa, debo cumplir.
Amo la silueta que me controla, me humilla y me posee
sus manos,
esas que dibujan mi piel con tinta roja,
su sonrisa, tan descarada y lujuriosa
la misma que observo cuando me penetra y acto seguido aumenta la velocidad de sus embestidas.
Sus húmedos y carnosos labios, aquellos que me derriten con la fogosidad de su aliento,
los mismos que anhelo y suplico besar,
siempre y cuando,
mi silueta me lo permita.
Disfruto su lengua en mi piel,
en mi cuello y en mi clitóris,
humedeciendo cada rincón de mi sexo,
deleitándose, descubriendo todo sus secretos,
y con ello, brindándome la mejor de las plasencias orales.
Me priva de los sonidos exteriores,
abarrotando mis oídos de canciones que revolucionan mis hormonas.
Soy esclava de sus deseos, de sus placeres
de los dedos con que me toca y me masturba.
Amo la silueta que me retuerce de dolor con el semen de una vela,
o con los temidos frascos que me preforan de una forma violenta y dolorosa.
Contempla mis pequeños disparos de rebeldía
y lo equilibra con castigos por incumplimiento y desobediencia.
Disfruto cuando su sexo me invade por completo,
sentir su erección entrando y saliendo,
acompañado de mis silenciosos gemidos, sin lugar a dudas
es una de las más deliciosas experiencias.
Gozo estar arrodillada ante él, estar a su merced
y sentirme suya.
Amo la silueta que cierra mis ojos con un ligero trozo de tela,
eliminando uno de mis sentidos,
y realzando la sensación de los restantes
la que inmobiliza mis manos, mis piernas,
de manera ruda y sin escapatoria alguna.
Amo al inquilino de mi cuerpo,
y su forma de demostrar que soy de su propiedad.
Amo su gobierno, sus leyes
Amo su contrato y sus reglas.
Amo cuando bautiza mi piel con cada gota de su íntimo líquido blanco,
demostrando su poder y autoridad....
¿Sabes quién es esa silueta?
Si...es él,
me enamoré, me enamoré de mi Señor...me enamoré de mi Dueño.

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