Se dice que hubo una vez en que la hermosa diosa llamada Enid, aquella que traía la vida, deseaba tanto bajar del cielo para caminar entre los mortales y convivir con ellos que le suplico grandemente a su padre para que le consedeciese tal deseo. La diosa de belleza etérea quería encontrar lo que tantos en la tierra solían buscar con desesperación.
El amor verdadero.
La diosa sabía lo que era amar a sus progenitores, a sus amigos. Más lo que ella buscaba era otra forma de amar. Un sentimiento diferente a lo que ella ya sentía por su familia y en el cielo ella no había encontrado nada de eso. Ella quería saber que era enamorarse.
Se dice que la joven bajó de su trono, se despojó de sus enormes alas blancas, bellas como las de un ángel y se confundió entre los humanos. Su resplandeciente belleza llamaba la atención de muchos y la envidia de tantos, suerte que la diosa no estaba sola y estos no llegaron a hacerle algún mal. Su padre, Malik, había designado a uno de sus guerreros el cargo de guardián para cuidar a la diosa.
Basil, uno de sus más fuertes, valientes y leales guerreros se encargaba de velar por la seguridad de la diosa. Basil manejaba el arte de la magia blanca, la cual aplicaba a sus propias armas haciéndolo un guerrero muy temido y respetado. Nunca había perdido una batalla.
Enid nunca dejó de viajar por el mundo buscando la razón de su descenso del cielo. Basil tampoco se separó de ella. De hecho ambos, con el tiempo, se hicieron muy unidos. Enid ya no veía a Basil como su guardián, sino más bien como su confidente, su aliado. Alguien a quien ella le confiaría la vida y la daría por protegerlo. Le debía demasiado.
—Basil, ¿sabes lo que se siente?— le preguntó la dulce Enid.
— ¿Qué cosa, Enid?— respondió el guerrero con confianza.
Hace mucho había dejado de llamarla "mi diosa" así como ella había dejado de llamarlo "polemistís"*. Las formalidades entre ellos habían desaparecido.
—Amar a alguien.— dijo ella observandolo con sus enigmáticos ojos, azules como el mismísimo cielo.
— ¿Cómo se le puede amar a un padre o un pariente? Pues, si te refieres a ese amor entonces la respuesta es sí.
—Me refiero a... Estar enamorado.— preguntó con interés.
El atardecer yacía sobre ellos. Basil estaba parado a la orilla de un monte muy alto, mientras que Enid estaba sentada unos pasos detrás de él con las piernas pegadas al pecho y mirada perdida en el cielo. Desde la cima se podía observar el pueblo en el que estaban viviendo. Era un maravilloso lugar lleno de criaturas extraordinarias, diferentes a los humanos. A Enid le había gustado tanto el lugar que no se había movido de allí desde hace un tiempo.
Se dice que el guerrero observó a la diosa para contestar a su pregunta, pero se detuvo una vez había puesto sus ojos en ella. Los últimos rayos de sol se reflejaron sobre los ojos de Enid, su largo cabello dorado era mecido por el sutil viento y los labios de la diosa permanecían entreabiertos. Basil sintió su corazón latir con desesperación.
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Sombras Rojas [PRÓXIMAMENTE]
FantasyLas leyendas son narraciones sobrenaturales, transmitidas de generación en generación, pero aveces pueden distorsionarse con el tiempo. Eso nos hace preguntarnos ¿Cuál será la versión correcta de esta? [PRÓXIMAMENTE] ©Todos los derechos reservados.