Prólogo

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En el inicio de los tiempos, cuando existían otras lenguas en el mundo, y las grandes edificaciones apenas comenzaban a levantarse, dividiéndose las tierras en grandes reinos, existían personas que tenían grandes dones, algunos podían controlar los elementos de la naturaleza, algunos podían controlar o leer mentes, algunos otros tenían dones curativos y algunos otros dones destructivos, y los más poderosos tenían la habilidad de dominar varios de ellos.

En esas fechas, los magos contaban con sus propias escuelas donde enseñaban a los más pequeños a controlar sus poderes, porque era un don con el que se nacía, nadie elegía nacer con poderes, ni tampoco se podían adquirir con los años, simplemente se nacía con ellos, y dependiendo de qué tan fuertes eran los poderes, los niños comenzaban a experimentarlos a partir de los 10 años, aunque había algunos otros que lo descubrían hasta la edad adulta.

La convivencia era realmente amena, los magos y brujas paseaban y vivían en conjunto con los humanos, poseían puestos de consejeros de los grandes líderes, otros trabajan como médicos de la comunidad, otros eran los encargados de asegurarse que los cultivos fueran productivos, cada uno ejercía la profesión dependiendo de sus habilidades y eran aceptados e incluidos por la sociedad.

Pero como todo cuento, todo tiene su fin, y en el cambio de un mandato de poder, un gran rey temeroso de los poderes de estas minorías ordenó tener un censo que le permitía conocer cuántos magos y brujas existían en su tierra, convenciendo a otros reyes que hicieran lo mismo, argumentando que esos seres eran un gran peligro para la humanidad.

En grandes reuniones con los líderes de cada reino, expresó sus inseguridades, asegurando que esos hombres y mujeres tenían el poder de derrocarlos con tan solo tronar sus dedos.

La idea comenzó a quedar impregnada en las mentes de los reyes, pasándoles el temor a los aldeanos de cada pueblo, y cada día los magos y brujas fueron excluidos de las actividades cotidianas.

Con el paso de los años, los grandes líderes no deseaban arriesgarse a que comenzaran una guerra, en la que tenían todas las de perder contra ellos, así que en conjunto tomaron la decisión de aniquilar y esclavizar a esas personas diferentes, con el objetivo de tenerlos controlados.

Aquellas personas que eran detenidas eran llevadas a juicios, en los cuales se les sentenciaba a muerte, condenados a morir entre llamas, a causa de correrse el rumor de que adoraban a dioses profanos.

Poco a poco todas esas personas fueron muriendo, acusados por sus propios vecinos y hasta familiares, ya que aquel que tenía conocimiento de un mago o bruja y permanecía callado, también sufrían grandes castigos por complicidad, los pocos seres que sobrevivieron fueron obligados a ocultar sus dones, permaneciendo entre las sombras y fingiendo normalidad a la sociedad.

Unas cuantas decenas de años más tarde, cuando la humanidad comenzaba a olvidarse de la vida cuando convivían sin temor entre magos y brujas, nació un pequeño niño de ojos bicolores, tez morena y de cabellos rojizos.

Su diferente aspecto, llenó de temor a sus padres, quienes se presintieron con tal solo verlo, que se trataba de uno de esos seres que podían controlar con sus poderes ciertos elementos.

Llenos de pánico de que algún vecino, corriera el rumor de que el pequeño era un engendro del diablo, simplemente por el hecho de poseer un ojo color avellana y otro de color olivo, y que terminará siendo ejecutado ante la vista de todos, decidieron huir de la civilización, refugiándose en la vastedad de un inmenso, solitario y frondoso bosque.

La familia logró vivir durante 5 años con comodidad y modestia, sobreviviendo con tan solo las presas que lograba cazar el padre de familia, y las bayas y frutos que recolectaba la madre por el bosque.

El Gran MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora