Prólogo

3 2 1
                                    

―Una vez, alguien me contó una historia. No recuerdo su nombre y a duras penas de qué trataba, pero las emociones que causó en mi, si que las recuerdo, si...lamentablemente las recuerdo demasiado bien. Y todo se debe a que en el mismo instante en que la escuché, mi mundo se rompió en pedazos, y mi miedo fue tal, que ni siquiera podía cerrar los ojos temiendo que mi mente volara por los límites de la imaginación más oscura, haciéndome pensar en la soledad que sentía, porque, si...también estaba sola en las penumbras, aquello era demasiado para mi ¿sabes? pero lo superé como buenamente pude. Y ahora, pequeña, es tu turno de vivir esa oscuridad y sobrevivir a ella...―dijo entre débiles resoplidos Marian, mi tía abuela. la mujer había perdido prácticamente todo su cabello, y su antes tenaz y atento carácter se esfumaba cada vez más y más con el paso de los días. Se moría. Pero Marian se negaba a ir a un hospital.
Un sentimiento de empoderamiento y a la vez tristeza se instaló en mi corazón, acelerando su riego y provocando que mis ojos empezaran a picar.
"Se va a morir y ella misma lo sabe, pero no hace nada"
Tía Marian tosió varias veces, le quedaban escasos minutos.
―Ahorra energías...
―No cielo ―interrumpió la anciana ―debo, contarte todo... ―la mujer cerró los ojos con un suspiro apagado, cogió entre sus manos pecosas y arrugadas las mías y las estrechó con un cariñoso apretón.
―Ten. ―arrancó de su cuello una llave en forma de medio infinito. La miré sorprendida y al mismo tiempo temerosa. Una llave abre puertas pero también las cierra, y la tía quería cerrar la puerta de su recuerdo cuanto antes. ―Debes leer mi diario para entender todo, Lèa, a mi ya no me queda tiempo... El legado de los Guardianes Sin Nombre, debe seguir vivo, sino el caos absoluto caerá sobre nosotros. Recuerda leer el diario Lèa, no puedes dejar que caiga en las manos equivocadas, prométemelo.
La respiración de la tía, se paró con un ligero quejido y su corazón quedó estático, lo único que quedaba vivo en la mujer era una lágrima que lentamente bajaba por su mejilla, dejando un destello de luz a su paso.
Y con esas palabras, tía Maiden se despidió para siempre, cerrando las puertas de un mundo lleno de luz y felicidad y abriendo la del lamento y persecución, aunque eso yo aún no lo sabía.
Contuve la respiración por varios segundos, intentando retener la agonía que sentía, pero era imposible, nadie te enseña a ser fuerte. Me sentía vacía por dentro, incompleta, como si me hubieran roto en mil pedazos. El corazón se me desgarraba más y más a cada lágrima, chillaba, me dolía la garganta pero aún así continuaba, era mi desahogo, no lo podía aguantar, era más grande que yo misma. No podía, me rendía...
Un destello dorado inundó el cuerpo de la tía, haciéndola ver más joven, más viva, más ella y junto con la venida del destello, ella desapareció... se fundió con el aire, dejando la habitación sumida en pesadumbre y con una soledad dolorosa.
Las lágrimas inundaban mi cara y me impedían ver, pero aún así, mi tía había desaparecido bajo mi atenta mirada.
Mi sorpresa y estado de shock me limitaba encontrar respuestas racionales para aquel suceso, pero de momento, mi único interés era el desahogo personal.
Acaricié la llave en forma de medio infinito con lentitud sintiendo bajo las yemas de mis dedos cada ínfimo detalle en el metal. Todo un misterio giraba entorno a ella y debía ser yo quién lo descubra.
Me levanté del suelo, con todo el cuerpo tembloroso.
―Te lo prometo...
——————— -
Poco tengo que decir.
Es una nueva historia y tengo muchas expectativas con ella.
Dejen su estrellita y comenten, porque me hace muy feliz que la gente de su opinión (siempre que sea constructiva y no destructiva). Espero que os haya gustado este pequeño prólogo.
Se despide:
Kyotic

La Orden Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora