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El día que Park Jisung rompió mi corazón fue una fría noche de enero.

Nunca hubiese imaginado que ese día, mi corazón sufriera una fatídica ruptura sin ninguna clase de reparación a corto plazo, pues, mi día había iniciado de una forma casi perfecta. Las calles estaban cubiertas de escarcha blanca y su desayuno había sido ameno, se había alistado temprano para disfrutar sus últimos días de vacaciones, a lo que saldría con su novio y su mejor amigo, Park Jisung.

Aquella mañana habían salido a recorrer los parques cubiertos de nieve, con el fin de iniciar una pequeña pelea mientras el menor le comentaba como la noche anterior había visto un documental de pingüinos donde podía jurar que uno de los pequeños tenía parecido conmigo, a lo cual negué y le lancé una bola de nieve en el hombro, aludiendo de que yo no tenía ningún tipo de pico o siquiera parecía un ave; él, con malicia había dicho:

— Oh, pero sí que al reír suenas como un delfín. — Ahí una bola más impactó contra él, esa vez, sobre su rostro.

Estábamos congelados cuando llegamos a la casa del menor, el hermano mayor de éste, me recibió con un fuerte abrazo y un deseo de año nuevo, pues, había sido muy poco desde que había llegado al país. Se sintió agradable. El ambiente en el lugar se sentía ameno, cálido, cargado de cariño, y yo era parte.

Cuando la mano del padre de Jisung presionó mi hombro con cariño y mencionaba cuan orgulloso estaba de que habíamos sido promovidos a un nuevo año escolar con excelentes notas y que estaba feliz de que ayudase a Jisung con su promedio, y que estaba muy contento de recibirme con las puertas abiertas a su hogar. Sentí como las palabras de un padre que siempre anhelé, se vertía sobre mis oídos, y Jisung a mi lado avergonzado comenzaba a quejarse, pero yo...

Yo no podía estar más agradecido, así que con un pequeño movimiento en mi cabeza, hice una reverencia de agradecimiento.

— No tienes que agradecer, hijo. — Había mencionado, subiendo su mano hasta mis cabellos para desordenarlos. — Te lo has ganado, al igual que este lugar en esta pequeña familia.

— Ya deja de sofocar al pequeño, Minjae. —Habló la madre de Jisung, dejando en mis manos una taza de chocolate caliente con malvaviscos. — Hace mucho frió hoy, hay que mantener el cuerpo cálido.

También había dejado una bandeja de galletas en medio de la mesita, a lo que Jisung se inclinó a tomar una y tras examinarla, la dividió y me entregó una de las partes con una sonrisa.

Había tomado esa costumbre desde aquella vez, donde "selló nuestra relación" con la mitad de la galleta de la merienda, en unos meses sería un año de aquello. Y aunque por esas semanas le tomó como descabellado, poco a poco se vio envuelto en aquella calidad que le proporcionaba el menor a su lado.

No se había percatado de que su mirada continuaba en el rostro de chico y que este, aún mantenía la galleta extendida hasta que mencionó su nombre, haciéndole reaccionar. — Gracias...

— No hay de qu-

— No, en serio, muchas gracias por todo esto, Jisung.

Todo había sido perfecto.

Quizá por eso debí haber pensado por unos segundos que algo iba a suceder.

Cuando mi celular comenzó a sonar constantemente, cuando me levanté abruptamente calzando sólo mis zapatos y pasando un sweater por mi cabeza, cuando las luces blancas me cegaron por completo, cuando los brazos de la madre de Jisung me abrazaban con fuerza mientras que su hermano mayor rodeaba sus hombros.

Todo parecía irreal y cada latido era más doloroso que el anterior.

Esa...

Esa también fue la primera vez que supe que algo malo estaba acechando a Park Jisung, mi mejor amigo, mi primer amor.

care | chensungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora