Única Parte

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Los primeros rayos de sol del 14 de febrero se hacían presente y Morinaga se encontraba arreglando su maleta en su antiguo apartamento en Nagoya, estaba afligido. Había logrado acomodar sus horarios a manera de pasar el fin de semana junto a Souichi y celebrar en casa el día de San Valentín; lastimosamente la noche anterior se le informó que, debido a falta de personal, tenía que presentarse a trabajar. Aun cuando argumentó con su supervisor, este le informó que su descanso se aplazaría para la siguiente semana además de un día de descanso extra por las molestias. Derrotado, le informó de esto a su senpai y durmió temprano esa noche.

- Morinaga, tu desayuno se va a enfriar. - comentó Souichi entrando en la habitación de su ex kohai.

- Senpai... tenía tanto planeado para este día. - murmuro algo enfurruñado Morinaga-

- Es sólo un día, Morinaga. - dijo Souichi con los ojos en blanco.

- Pero es un día con un bonito significado; me hubiese gustado al menos prepararte un platillo. -

- Podremos hacer eso otro fin de semana, ahora ve a desayunar. - ordenó Souichi.

Exhaló con resignación, cerró la maleta y se fue al comedor a desayunar.


Morinaga estaba arreglándose la corbata, aunque esta parecía no cooperar, estaba cada vez más enfadado por aquel pedazo de tela que terminó por quitársela y arrojarla al sofá.

- Vaya humor que te cargas. - comentó Souichi, quien estaba terminado de limpiar la mesa.

Morinaga no dijo nada, sólo se acostó en el sofá, abarcándolo por completo.

- No me quiero ir... - refunfuño.

Souichi le irritó un poco la actitud de Morinaga, pero considerando que él era una persona muy emocional lo dejó pasar. Decidió probar algo, caminó donde Morinaga.

- Hazme un espacio. - dijo Souichi.

Confundido por aquel pedido Morinaga se levantó, aun con las piernas apoyadas en el reposabrazos del sofá. Souichi se sentó en el asiento ya libre, tomó de los hombros a su ex kohai y recostó la cabeza de Morinaga en su regazo.

Aquella acción dejó atónito a Morinaga, su enojo pasó a segundo plano.

- ¿Eh, senpai? - preguntó incrédulo.

- Guarda silencio. - dijo Souichi evadiendo la mirada y comenzó a peinarle los cabellos con algo de timidez.

En el pasado, cuando sus hermanos estaban de mal humor, Souichi solía acariciarles el cabello con el fin de tranquilizarlos, siempre funcionaba. Sus dedos recorrían aquellas hebras con facilidad, Souichi notó lo sedoso del cabello de Morinaga, además de un lindo brillo a pesar de tener un cabello oscuro, sus dedos tiraban con suavidad del cabello de su ex kohai, abría y cerraba sus dedos el cuero cabelludo de Morinaga, como rascándole la cabeza.

Morinaga se dejó hacer, era claro que Souichi estaba tenso por aquella muestra de afecto y decidió no presionarle. Sentía aquellos dedos jugar en su cabeza, dándole una placentera sensación de confort; cerró los ojos y dejó que su senpai siguiera. Un corto tiempo pasó cuando Souichi, con más confianza, pasó un dedo con delicadeza en una de las cejas de su ex kohai y terminó por peinar los cabellos negruzcos por detrás de la oreja de Morinaga, quien soltó un suspiro largo.

- ¿A que lo disfrutas? - preguntó de forma gruñona Souichi, pellizcó suavemente la mejilla izquierda de Morinaga.

- Como no tiene idea. - tomó la mano de Souichi antes de que este la retirara, ladeo su cabeza y besó con cariño la palma de su senpai, terminó por llevar ambas manos de vuelta a su mejilla. - Tienes las manos frías, me gusta. -

BombónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora